05. De ida y vuelta

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- ¿Por qué tenía esa alarma la semana pasada? - dije en un susurro durante la hora de matemática.

- Te saqué el celular en uno de los recreos, cuando estabas ocupada estudiando química.

- Raro que no lo haya notado...

- Moreno Gastch y (apellido de Cielo) ¿Quieren explicar la clase ustedes?

- Perdón profe - dijimos al unísono, pero seguimos.

- Lo que no entiendo, Disgusto es porque si tenés amigos alternos con poderes de curación le decías de tu nariz y ya estaba.

- ¿Y perderme la oportunidad de faltar una semana completa a clases? No gracias.

- Moreno Gastch pase al frente, resuelva la ecuación a ver si la tiene tan clara.

- Si profe - y agregó en un susurro- ya vuelvo y seguimos con la charla.

Obviamente pasó al pizarrón e hizo perfecta la ecuación, porque por si no era mucho, Augusto era un prodigio de matemática.

Mientras él estaba en el pizarrón me di vuelta y vi que Franco era el único que nos miraba, mantenía la vista firme en nuestro banco, como a la espera de alguna señal. Tal vez eso que dicen que cuando mirás mucho tiempo a alguien este te va a mirar es cierto, porque Franco me miró fijo e hizo un leve movimiento indicando que mirara mi celular.

Franco: ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

Cielo: Si ¿Por?

Franco: Te ves muy diferente, tené cuidado. Acordate quienes te dieron la primera oportunidad.

Cielo: ¿Lo decís por Bianca o por Agustín

Franco: Por todos, el solo hecho de verte como la "amiguita" de Augusto me da náuseas.

Cielo: No somos amigos, solo tenemos un trato pendiente y necesitábamos estar juntos más tiempo.

Franco: Perjudicas a todos... ¿te tengo que recordar que las vendió al Frente Alterno?

Cielo: Me va a retar la profe, gracias y chau.

Augusto volvió a sentarse y seguimos hablando.

- ¿Se podrá usar el celular en clase?

- Callate.

- Mmm para mí que no.

- Callate que te va a escuchar la profesora y me va a retar a mí.

- ¿Y?

- Te parto la cara - dije y acerqué mi dedo índice a la gasa que tenía sobre lo que antes fue su tabique. Era impresionante el golpe que le había dado, tenía toda la parte que rodeaba la nariz en distintos tonos de morados, rojos y azules, de vez cuando se tenía que cambiar la gasa, (y yo lo ayudaba no pregunten porque, porque ni yo tengo la respuesta); e incluso a veces le sangraba demasiado la nariz. Mas allá de eso seguía siendo el mismo Augusto.

- Okey mejor me callo - dijo mientras apartaba mi dedo como si tuviera alguna infección.

Tocó el cambio de hora y comenzó la clase a la que Augusto le llamaba hora libre, y a mí me costaba la vida entenderla: Ciudadanía.

Ya en medio de la clase, como siempre, ya me encontraba en las nubes y para mi sorpresa, Augusto me trajo de nuevo a tierra.

- Mirá, tenés tres opciones: o prestás atención o vas a particular. La tercera es llevártela.

- Apruebo con seis.

- ¿Y si te hacés amiga de la profe?

- No todos tenemos dos millones de euros para darles a cada profesor, perdón por traerte a la triste y cruda realidad de la mayoría de los que vienen a este colegio.

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