02. El aliado

24 3 2
                                    

Me senté en uno de los banquitos de la plaza y lloré. Lloré como si nunca hubiese llorado, como si fuera a superar al río Nilo, lloré por bronca, tristeza, celos e ira. No podía ser, no quería creer, ¿Por qué siempre tengo que ser tan yeta? ¿No me puede salir algo bien?

Al parecer me quedé bastante tiempo en la plaza, porque cuando levanté la vista ya estaba oscureciendo. Me fui a levantar, y, sin embargo, alguien me llamó por detrás, tocando mi hombro.

Me va a pedir la hora, ya está; de todos modos, me giré para verlo:

- ¿Estás bien?

- ¿Te incumbe?

- Intento ser amable

- ¿Amable? Augusto Moreno Gastch quiere ser amable conmigo, esa no la tenía.

- Creo que es la primera vez que nos podemos entender, pensé que te ibas a sentir mal, pero me equivoqué. Te ves fatal- agregó con una media sonrisa, un poco torcida.

- ¿Qué te hace pensar eso? - dije, manteniéndome a la defensiva.

- Tal vez que hasta hace unos cinco minutos estabas llorando como el marrano que sos.

- ¿No te cansás de ser tan idiota?

- ¿No te cansás de ser tan anti, malhumorada y fea?

- La verdad eso se soluciona, lo tuyo lastimosamente no, siempre vas a ser una basura. Otra cosita, Disgusto, te aclaro que te merecés cada maldito segundo de ese beso, Agus y Bian son la mejor pareja, Agus es mejor que vos en todos los aspectos, superalo.

- Exacto, superalo – guiñó un ojo. Es un diablillo.

- ¿Te podés ir?

No dijo nada, me miró y se fue caminando para el lado de la casa de Guillermina. Cuando empecé a caminar recibí una llamada de mi mamá.

- ¡¿Cielo dónde te metiste? Agus me dijo que te vio salir y que estabas enojada, decime donde estas o si estas con alguien, hace dos horas tendrías que haber llegado y no atendés el teléfono! - me gritó furiosa a través del celular.

- Ma, perdón lo tenía en silencio y salí a caminar porque no soportaba a los chicos, perdoname ya llego.

Me cortó, y cuando llegué me dieron el sermón más grande y largo de toda mi existencia. Cuando fui liberada, corrí a mi habitación y entré a Twitter a desquitarme:

@Pegaso__rosado: Por una vez en mi vida quiero dejar de ser tan yeta y vivir bien, alegre y sin sentir que odio a los que quiero.

No pasaron menos de 15 segundos que Agustín me escribió por WhatsApp:

Agustín: Me tenías super preocupado ¿Cómo se te ocurre irte y no contestar el celular?

Cielo: ¿También un sermón tuyo voy a disfrutar?

Agustín: Jaja ¿Qué hice ahora que te dejó en tal malhumor?

Cielo: No sos el centro del mundo.

Cielo: Me voy, no me escribas. Hasta mañana.

Agustín: Cielo dale, no te enojes.

Agustín: Hasta mañana, Pegaso__malhumorado 😆

Agustín: ¡Ah! Iba en serio lo de no hablar.

No me quería enojar con Agus, era su vida podía hacer lo que quiera, pero me generaba mucha rabia que me hubiese mentido abiertamente las veces que le pregunté ¿Tan poca confianza me tiene? Eso me lo respondo yo, ya era hora de que me creyera una adolescente traicionera, que no mide lo que hace o dice. Lógico, Agustín se dio cuenta de lo que soy, una mocosa buena para nada.

Solo aliadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora