10- Helado de fresa

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Al acabar el partido contra el Kirkwood, nos fuimos a quitar la ropa sudada por el esfuerzo. Primero los chicos y luego yo.

Aunque no había sudado ni una pizca mi ropa estaba mojada por culpa de Kevin que me había tirado al agua. Ese desgraciado no había cambiado nada en estos años.

Solo esperaba que los del Raimon no se diesen cuenta de que conocía a varios jugadores del Inazuma Japón. Temía que descubriesen mi auténtica identidad, ¿qué harían si supieran que en realidad no era Mao Lightwood, sino que era Mao Black? Tal vez lo dirían a la gente y esa gente a más gente, entonces se enteraría todo el mundo. Yo no quería eso. Si las autoridades y los científicos descubriesen a alguien como yo, que no crecía pasasen los años que pasasen, me harían un montón de pruebas para descubrir lo que estaba mal en mí. ¡No podía dejar que nadie lo supiese!, aparte de los jugadores del Inazuma Japón.

Al acabar de cambiarme, salí y vi a Victor que me estaba esperando. Me había olvidado de que habíamos quedado para tomar un helado después del partido, además tenía que explicarle porque no le había dicho lo de Adam.

-¿Vamos? -me preguntó empezando a caminar.

-No sé porque me preguntas si ya empiezas a caminar... -dije en voz baja.

-¿Qué? -preguntó.

-Nada -le contesté mirándolo y dedicándole mi mejor sonrisa- Vamos.

No hablamos mucho durante todo el camino. A decir verdad, no sabía ni adonde íbamos, yo solo le seguía. Ni siquiera sabía si nos dirigíamos a una heladería.

-¿De qué lo quieres? -me preguntó.

-¿El qué? -pregunté.

-El helado -me contestó.

-Ah, me gustaría de fresa -dije.

-De acuerdo, yo invito. ¿Te parece bien? -me preguntó mirándome.

-¿¡En serio!? Gracias -dije con entusiasmo.

Sé que mi obsesión por los helados de fresa era algo fuera de lo común, pero ¿a quien no le gusta comer un buen helado? Sobretodo en verano, si has hecho ejercicio o si vas a la playa, mientras ves la tele o antes de dormir o para desayunar, en tu casa o en la calle, y ni siquiera el invierno y el frío pueden arruinar un delicioso helado de fresa.

Por lo general mi madre compraba una tarrina enorme de helado, solo para mí. Lo malo era que tenía que durarme una semana, pero yo me lo terminaba en dos dias. Pobre helado...

Al fin llegamos a la heladería y Victor compró dos helados de fresa, me dio uno a mí y nos fuimos a un parque para comérnoslo. En cuanto encontramos un banco yo ya me había terminado mi helado.

-Vaya, te lo has comido muy rápido -me dijo Victor.

-Es que estaba muy bueno -le dije- además solo era una pequeña bola de helado...

-¿Quieres? -me ofreció.

Encantada lamí el helado, estaba tan bueno que me acerqué más a Victor para poder lamer más helado. Él parecía algo nervioso y se estaba ruborizando.

-Si quieres que pare, dímelo. Que a este paso me voy a comer todo tu helado -le dije.

-No, no pasa nada -me dijo con las mejillas coloradas- toma, cómetelo, si quieres.

Él puso su helado en mi mano y se levantó.

-¿Quieres venir a mi casa? Mis padres no están -me preguntó algo cortado.

-Claro, pero ¿porqué tus padres no están? -dije levantándome y empezando a caminar a su lado.

-Siempre trabajan hasta tarde.

Sobre todo, fútbol - Inazuma Eleven GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora