Situación

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Solitario, el lobo se encontraba otra noche más en busca de comida. Tenía que ser así, hace mucho tiempo había quedado huérfano; al padre jamás lo había conocido; su mamá había muerto en una fuerte riña por una simple caza y, definitivamente, le dolió perderla, fue una tortura que él mismo enterrara su cuerpo sin vida, no volvería a sentir su calor, no volvería a la cueva con ella.
Desde esa noche, las demás que pasaban serían iguales al de esa vez, desoladores.
Sus compañeros con los que convivió de cachorro habrían tenido ya camadas y formado pequeños grupos.

Él se había cambiado de bosque a uno más cercano del pueblo para darse un nuevo inicio buscando un lugar que casi estuviera vacío, un lugar al cuál llamar "su montaña". Nadie querría estar ahí, los humanos cazan constantemente pero confió en ser más veloz y ágil que ellos.

La pérdida de su madre lo hizo asimilar más su naturaleza; había visto infinidad de cuerpos sin vida en los bosques, el lobo mismo se alimentaba de otros animales débiles, esa idea le hizo ya no querer cazar, ahora sólo recogería restos y cuerpos sin vida que se encontrara en las noches.

Para su recolecta, recorría toda la montaña así como las afueras del bosque, al suroeste de donde estaba su cueva, siguiendo los árboles con forma de "humano asustado" como a él le gustaba llamarles. Río un poco al recordar ese apodo, y ¿cómo no hacerlo? Era divertido salir de la nada a asustar a esas criaturas, creyentes de superioridad, aunque él admiraba solamente a uno...

Después de su cena, Inosuke salió a la colina para contemplar la luna de esa noche. Siempre se engañaba a si mismo con ese motivo pero la realidad era que se alcanzaban a ver desde ahí las casas del pueblo cercano, donde está iluminado con luces de colores, le gustaban más esas estrellas de colores a comparación de las que conocía, le gustaba más ese cielo que el verdadero. Sí, se había atrevido a llamarle de esa manera, quizás al igual que los lobos hay humanos buenos y malos, no necesariamente el mundo tiene seres malvados. Pero, seguía sin comprender a cierto ser.

Se aventuró con velocidad, como otras noches, al centro del bosque. Cuando llegó al sitio, se ocultó entre los arbustos, detrás de los troncos horizontales acomodados de esa manera para que los humanos se sienten en ellos, al centro de este círculo de asientos, había fuego que se hacía cada vez más grande con leña y alrededor de él, un hombre de ojos hermosos, piel pálida, cabellos color ceniza y cuerpo voluptuoso.

Él no lo sabía, pero era el mago de magia negra, Douma, quien hace años se creía estaba muerto en el pueblo. Su existencia terminó siendo un mito turbio del que hablaban ancianos por simple morbo. Hoy en día, él sería un anciano pero seguía viéndose de unos veintitantos años.

El mago besaba a la mujer que había traído esa noche, al principio mostró besos tontos e inocentes ante ella pero conforme pasaban los minutos los besos fueron más rudos.

Comenzó a desvestirla hasta dejar sus pechos desnudos para tocarlos con sus largos y fríos dedos haciendo que la mujer correspondiera más al beso.
Douma fue bajando su boca al cuello de la mujer, dándole besos y chupetones, a lo que ella suspiraba y gemía de excitación.

Empezó a darle pequeños mordiscos no sólo en el cuello sino también en los hombros, se regresó a sus clavículas para darle una enorme mordida en su lado izquierdo.

La mujer ni siquiera tuvo tiempo de gritar, Douma se apresuró a comerle el cuello por completo. Bebió rápidamente la sangre que se derramaba por el cuerpo ahora sin cabeza, le arrancó los pechos con pezones dejados duros al propósito -era un fetiche del mago-
Comió un tanto más de carne y aventó el cuerpo sin vida a la hoguera diciendo palabras en una lengua extraña. El fuego, más feroz y luminoso que antes, se metía dentro de Douma por medio de su boca -ver esto era la parte favorita de Inosuke- que lo hacía más alto y fuerte, como si le regresara su juventud.

Lobo Hombre // InoAoi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora