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Sentía como el aire empezaba a hacer falta en su organismo y como sus pulmones se quejaban ante eso, de manera lenta y tortuosa dejaba de ser consciente de lo que pasaba a su alrededor, cosa que si bien le asustaba un poco también le agradaba bastante.

No tiene ganas de saber que demonios está sucediendo en esa habitación. Pero por desgracia sabe muy bien que arriba de él está USA, ahorcándolo y embistiendo su descuidado cuerpo sin ninguna pizca de delicadeza.

Necesita aire pero no lo quiere.

Va a desmayarse finalmente, estaba listo para dejar de sentir el desvanecimiento total. Incluso si USA no se da cuenta puede ser que sin quererlo (O algo así) lo termine matando. Sólo necesita un poco de suerte.

Lástima que no la tiene.

La fuerte mano que envolvía su cuello se apartó para colocarse a un lado de su cabeza, dándole apoyo al resto del cuerpo para poder embestir con aún más fuerza.

Llevaban al menos media hora así, con el mayor sobre el argentino, teniendo una mano junto a la cabeza del contrario para apoyarse y la otra haciendo presión en el cuello del menor, aunque ahora ya se había apartado la segunda.

--Maldita puta ¿Pensabas en desmayarte? Te quedarás consciente hasta que termine mi tiempo.

En momentos como esos era cuando no sabía si prefería a este USA o al amoroso que cree amarlo.

Maldito niño rico.

--Escuche que no has podido ir a trabajar hoy

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--Escuche que no has podido ir a trabajar hoy.

Un suspiro tembloroso se fugó de sus labios ante esa frase, asustado o más bien ya acostumbrado a lo que vendría ahora.

El negro es fornido, alto y en forma, intimidante en todos los aspectos, además de que su actitud diaria no da otra cosa a entender que no sea "Acércate y te mato".

Puede ser que las primeras veces que lo vio, veces en las que el brasilero lo metía recién y apenas en ese trabajo, haya sido amable y carismático, incluso le había hecho creer que él no era como los demás de su "oficio" y cuando quisiera podría irse, que podría avanzar.

Ojalá fuera la mitad de lo que había aparentado.

Su mirada se había estancado en algún lugar del piso mientras sentía un leve dolor por como sus piernas se apretaban con recelo y terror, aún le dolía todo pero aún así tuvo que ir a la casa de Brasil ya que este así lo había ordenado. No quiere saber que pasaría si le llega a decir que no a una orden directa.

--No podía levantarme de la cama--Fue más un susurro que una respuesta pero Brasil aún así lo escuchó.

--Oh, no podías ¿Se puede saber porqué?--El mastodonte que tenía de proxeneta se dio la vuelta para poder mirarlo a la cara, aunque lo que vio fue a un pobre imbécil de pelo rubio intentando huir de su mirada. Suspiró con satisfacción y le dio un sorbo a su café, esperando la tonta y vana respuesta que recibiría. Le encanta sentirse superior.

--Un cliente fue muy brusco.

Odiaba estar sentado cuando estaba nervioso pero no podía levantarse, se sentía como la presa de un tigre que lo rondaba.

--Argentina, cariño, por favor ¿Qué te hizo? ¿Te tiró muy fuerte del pelo? ¿Quieres un beso en la herida?--Su cuerpo temblaba por cada paso que daba el brasileño, se sentía como un niño delante de su padre, un perro frente al amo. Su tono de voz era tan denigrante que el llamase a si mismo "perro" era optimista--¿Recuerdas lo que pienso de las excusas?

--No te gustan...

--¡Odio las excusas, Argentina!--Dio un pequeño grito ahogado ante semejante grito, se sentía tan asustado, era como la voz de un demonio, gruesa y profunda, además de ese aterrador tono hostil--¿Cómo me pagarás hoy, eh?

--Ten...tengo el dinero para pagarte--Si pudiera se golpearía a si mismo por el pequeño tartamudeo, Brasil era como los animales, mientras más debilidad muestres peor te trataran. Le extendió la mano con el dinero exacto que le debía de esa noche, esperando que nada malo le suceda.

Casi se sintió como un arma apuntando a su cabeza la mirada del mayor, pegada a su mano y con un brillo que estaba al borde de hacerlo llorar. En cierto momento ese hombre sonrió con un sentimiento que Argentina no sabía como llamar, tomando el dinero con rapidez para luego echar el café hirviente en su desprotegida mano.

Sintió como su piel se entumecía ante el dolor, su piel se volvía una ampolla ante la quemadura pero ni a llegar llegó antes de que un golpe en su mejilla lo tirara de la silla.

Otra vez en el suelo, dañado y herido, sintiéndose impotente y traicionado, débil e inseguro.

¿A que te recuerda esa sensación, Argentina?

Con la misma mano quemada se sostuvo la mejilla que fue golpeada, sintiendo como las lágrimas empezaban a derramarse por su rostro.

¿Por que te hace recordar tu hogar?

El contrario, aún con la sonrisa, lo tomó del cabello para levantar su cabeza del suelo, viendo sus ojos lagrimeando sin parar.

--Ven a trabajar mañana ¿Si?

--Si...

Just once baby //UsArgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora