Abriendo los ojos notó de inmediato que se había pasado de su hora habitual de sueño. La luz que se filtraba por los visillos era más intensa y menos amarillenta. Calculaba que debían ser entre las once y doce.
Se irguió sintiendo pequeñas punzadas en la cabeza, ya no tenía claro si era por todo lo que había llorado ayer o por la desnutrición. Podían ser ambas juntas.
A su costado solo había vacío, y el desastre de sábanas que Tayler dejaba en la mañana. Se quedó quieto y en silencio para enterarse de si estaba trabajando pero, escuchó el sonido de la aspiradora. Seguramente estaba haciendo limpieza.
Aunque no quería levantarse de la cama sabía que ese día sería distinto y el inicio de un nuevo periodo. Su recuperación bruta comenzaba, y con ello también la vuelta a su otro estilo de vida.
Decir que no estaba ansioso sería mentir, pero se sentía cómodo con todo, pese que hace un largo tiempo no tenían sus espacios.
La conversación del día anterior, y todo lo que había pensado aún lo tenían preocupado, y en cierto modo, inquieto. Se lo había dicho, no se le pasaría rápido, pero poniendo sus ganas y teniendo un poco de ayuda esperaba que todo comenzara a disiparse, como si de una nebulosa se tratara.
Se levantó, envolviéndose en el proceso con la frazada peludita que ponía sobre ellos en esos tiempos fríos.
Llegando a la sala vió a Tayler. Estaba pasando la aspiradora por el suelo del living comedor, con la televisión encendida. Al parecer había estado sacudiendo y ordenando pues el sillón estaba un poco corrido, y los cojines apilados a un extremo de este.
Con todo el ruido que el aparato hacía el mayor no logró escucharlo llegar, lo cual le dio tiempo a Evan para hurguetear en las tres cajas que habían en el comedor.
Estaban todas sus cosas, incluso algunas que no recordaba. Toda su colección ABDL, dividida y organizada para mayor practicidad, y así lograr esconderla en el armario.
La caja más grande y puesta justo al centro de la mesa estaba llena de ropa. Onesies de todos diseños y colores, camisetas de caricaturas, algunos mamelucos, entre ellos el de osito azul que había usado el viernes. No tenía idea de cómo habían hecho caber todo eso en esa caja, eran demasiadas cosas, pero todas en perfecto estado y listas para ser usadas.
La siguiente era su favorita, sus juguetes, sus peluches. Cubos de letras, sus viejos Legos de cuando era pequeño, algunos Play-Doh, muñecas, sus libros de cuentos, e incluso sus mordedores de bebé que Tayler le había comprado para que reemplazara a sus pobres lápices.
La última caja, que estaba puesta sobre una silla y un tanto mas desorganizada eran todas las demás cosas. Su colección de chupones decorados con letras, pins y adornos. También todos sus biberones y vasitos entrenadores, platos con dibujos, cucharas de goma e incluso sus prendedores. También al fondo estaban las piezas de su alfombra de puzzle. Soltó una pequeña risa nasal al ver todavía más escondidos los chupones de bebé que había comprado en sus inicios. Eran tan incómodos.
Tomó un biberón color turquesa, decorado con un braquiosaurio y lo acercó hasta su nariz. El tiempo se había encargado de borrar todo aroma, pero él aún percibía un rastro a vainilla.
—Parece que te diviertes —comentó el mayor, presionando con el pie el botón de apagado en la aspiradora.
—Casi no recordaba algunas cosas —se encogió de hombros. Estaba siendo honesto.
—Bueno, la verdad yo tampoco. Ha pasado el tiempo desde que estuvimos en esto con tranquilidad —dijo, depositando un beso en su sien—. ¿Estás ansioso?
ESTÁS LEYENDO
Baby Boy Watercolors (ABDL)
De TodoComo muchos otros, Evan Payne, un chico ABDL, se ha dado cuenta de que el trabajo para diseñadores es muy escaso, pero debido a cuestiones de orgullo y perseverancia ha decidido optar a un empleo realmente desgastador que lo consume día a día, ignor...