CAPÍTULO 5

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—N-No pude evitarlo —trató de darse a entender, pero una y otra vez se tropezaba con sus propias palabras—. Es que Dakota siempre me molesta, y tengo que contestarle, sino va a pensar raro.

Tayler lo miraba serio y escuchaba sus explicaciones con una cara impávida, pero tras algunos segundos del nerviosismo del chico no pudo evitar estallar en risa, como si se la hubiera estado aguantando en su monólogo

—¿Por qué te ríes? —frunció el seño molesto

El genio de Evan siempre había sido antecedente de sus más grandes peleas pero, estando en ese momento vestido con ropa tan adorable, no intimidaba a nadie. Más bien todo lo contrario

—Me hace gracia que estés tan preocupado por que se te hayan arrancado algunas malas palabras —dijo con una sonrisa divertida—. ¿Tan poco te gusta que te dé palmadas, amor?

Sus mejillas se colorearon en tiempo récord y dio un manotazo al aire antes de excusarse.

—No se trata de eso —debatió frunciendo los labios—. Solo no me gustan los castigos.

—Evie, no voy a castigarte. Menos si es el primer día —se acercó a él y bajó la cremallera de la sudadera para quitársela y volver a abrigarse con ella. Se recordó ir a buscar un suéter para él, ya que se estremeció al desprenderlo del abrigo.

—Entonces... ¿No estás molesto? —preguntó con un brillo que trataba de esconder en sus ojos.

—Nop —negó con la cabeza, pero antes de que el menor pudiera exhalar la tensión agregó—. Pero eso no significa que lo haya pasado por alto. No me gusta nada que hables así.

—Lo sé, perdón.

—No te disculpes conmigo. Las reglas están ahí para ayudarte a ti, y por eso debes seguirlas.

Para Tayler el proceso tampoco estaba siendo sencillo. No quería portarse como un ogro con Evan siendo ese el primer día, pero tampoco podía ser blando y dejar pasar todo lo que hiciera. Los primeros días de rutina eran esenciales para ambos, marcarían un ritmo que les fuera cómodo, empezarían a conocer sus horarios y Tayler debía reafirmar su autoridad para que así su pequeño se acoplara a la situación.

Las malas palabras, las llamadas con su familia e incluso el colorear demasiado detallado lo alejaban del espacio de cabeza que ambos querían lograr.

Por su parte Evan estaba un poco frustrado por no estar cumpliendo bien sus no obligaciones como little, aunque parte de su cabeza estaba simplemente en otro lado. Pensando en pajaritos.

—No quiero que vuelvas a hablar con esa boca sucia, tienes que saberlo, porque no voy a estar perdonándote siempre —recalcó cada palabra con un movimiento en su mano—. Si queremos que esto funcione tienes que poner de tu parte, sin llamarme por mi nombre, ni insultar a tu hermana.

—Lo sé —lo interrumpió cruzándose de brazos.

—No lo sabes —le pellizcó la nariz como pequeño regaño, haciéndolo abandonar esa posición resignada—. El que debería estar molesto aquí soy yo, así que no me obligues a arrepentirme.

Tayler se puso de pie, y en el camino levantó su celular del sillón en dónde lo había dejado.

—Había olvidado llevarme esto hace un rato —señaló el aparato en su mano—. Yo voy a hacerme cargo. No quiero que te distraigas con mensajes o cosas así.

—¿Y si vuelven a llamar?

El sonido de un teléfono los interrumpió, escuchándose este alejado, más o menos en su habitación. Puso atención al tono de llamada, pero no logró identificar la melodía de rock de siempre, así que debía tratarse de su móvil del trabajo.

Baby Boy Watercolors (ABDL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora