Gracias a todas las conversaciones acumuladas de hace meses, más las que había tenido ese fin de semana, Evan ya sabía bien que renunciar a su trabajo era lo correcto. Sin embargo esa sensación de miedo y vacío no se marchaba. Lo hacía dudar.
Parte de ese miedo muy posiblemente se debía a la reacción de su jefe para cuando le comunicara la situación.
Tayler había prácticamente sellado la puerta principal para así evitar por la fuerza que él se presentara a la reprimenda injusta que le darían. A pesar de que Evan sí protestó algunos minutos, en el fondo se sentía aliviado, y de alguna forma justificado.
Tomó de su bolsillo el paquetito de goma de mascar y se metió una en la boca, poniéndose a masticarla con agitación. Poco a poco había comenzado a identificar las calles que se aproximaban al edificio.
Cuando una ancianita tuvo dificultades para bajar Evan se adelantó a ayudarla. Bajó con cuidado la bolsa de mercadería que llevaba mientras otra chica la cogía del brazo y la dejaba en la acera. Cuando estuvo pisando el pavimento, volteó su cabeza y vió al autobús que se detenía al otro lado de la calle. Era tan sencillo como cruzar y volver a su casa.
Pero llamada por alguna entidad divina, el teléfono del chico comenzó a sonar, y él se vio obligado a volver a su asiento y dejar de lado esos pensamientos
—¿Abril? —su hermana era estúpidamente oportuna.
—Hola ¿Qué tal te va, hermanito?
Por un momento pensó en no decirle aún lo que estaba ocurriendo en su vida, pero rápidamente sintió la necesidad de hablar con alguien que no fuera Tayler. Su familia siempre había sido cercana, no podía ocultarle eso a ella.
—No muy bien la verdad —contestó en un suspiro.
—¿Por qué? —y ahí estaba es tonito de angustia—. ¿Problemas con Tayler o..?
—No, nada de eso. Tiene que ver con otra cosa —explicó, rascándose la nuca, intentando alargar la voz—. Es mi salud.
Hubo un silencio denso entre ambos.
—Ay, no me asustes así por favor —dijo en un hilo—. Dime que no es nada tan grave.
Evan se puso a contarle de sus síntomas y malestares, su ida al médico, luego su consulta con la nutrióloga, de una manera un tanto más suave. Si Abril pensaba que era un tema delicado iría a contárselo a sus padres, y en menos de dos días los tendría metidos en el departamento. Claro que no quería eso en los próximos meses.
También mencionó los problemas con su trabajo, específicamente que en ese momento iba de camino a renunciar.
—Yo nunca quise decir nada pero siempre pensé que Tayler tenía razón —comentó ella, riendo.
—Ah claro, ponte de su lado ahora —reclamó—. Me haces sentir como un tonto.
—No estoy poniéndome de su lado... —su voz se vio sobrepasado por un chillido. Creía saber a quien pertenecía—. A ver, espera. ¡Elliot, deja a tu hermano ahora! Te lo advierto, vas a estar castigado un mes si sigues así.
Tuvo que alejar el teléfono de su oído tras los gritos de su hermana, e incluso bajar el volúmen cuando a ella se unió el llanto de su hijo. Sus sobrinos eran tan problemáticos como lindos.
Tras unos segundos en que se calmaban los ánimos, su hermana volvió a la conversación. La transición entre su rol de madre y hermana lo hizo soltar una risa.
—Discúlpame. Ayer llegué tarde del trabajo y la niñera no los puso a dormir temprano. Ahora están la mar de odiosos —no podía verla, pero sabía que se estaba agarrando el puente de la nariz—. ¿En qué estábamos?
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Baby Boy Watercolors (ABDL)
AcakComo muchos otros, Evan Payne, un chico ABDL, se ha dado cuenta de que el trabajo para diseñadores es muy escaso, pero debido a cuestiones de orgullo y perseverancia ha decidido optar a un empleo realmente desgastador que lo consume día a día, ignor...