CAPÍTULO 2

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Evan se despertó muy a gusto en medio de las sábanas. Se sentía menos agotado que la mañana anterior. Y cómo no, los baños calientes antes de dormir siempre lo ayudaban a descansar.

El chupón se le había caído durante la noche y ahora estaba perdido entre las mantas.

Se irguió y echó las cobijas atrás haciendo saltar algunos cojines. Se puso a gatas sobre la cama y levantó las almohadas en la cabecera, pero no estaba allí.

Echó un vistazo a los costados pero tampoco se veía nada. No podía perderse, no era algo tan pequeño.

Colgó la mitad del cuerpo por el borde del colchón y echó un vistazo por si estaba bajo la cama, pero nada más unos segundos recibió una palmada en el trasero que lo hizo chillar de la sorpresa.

Se levanto rápido, tanto que se mareó un poco y la capucha del pijama se le fue sobre los ojos.

—¿A qué vino eso? —reclamó viendo bajo los bordes la figura de Tayler.

—Fue un buenos días —su papi le quitó el gorrito de la cabeza y depositó un beso en su frente. También apuntó al cuarto, que tenía algunas almohadas tiradas y las frazadas hechas un desastre—. Además mira todo esto ¿Mi bebé se levantó de malas?

—No encontraba mi chupón —hizo pucheros.

—Claro que no, porque aquí lo tengo —le enseñó la pieza, que colgaba de uno de sus dedos—. Se te había caído y te lo estabas clavando dormido.

—¿Por qué no lo dejaste en mi mesilla?

—Porque no creí que lo extrañabas tanto —se sentó sobre la cama y recibió a Evan cuando se adelantó a abrazarlo. El azabache sonrió y la acarició el cabello—. Vamos a desayunar, te vas a llevar una sorpresa.

—¿Qué? —dijo risueño—. ¿Limpiaste la nevera?

—Ja-ja —fingió poniendo caras raras, haciéndolo reír—. Te preparé el desayuno. Así que, si no quieres que se te enfríe, levántate.

—Papi, no quiero —Evan iba a ponerse el chupón y volver a dormirse, pero Tae se lo quitó de las manos—. ¡Oye!

—Ven a comer, amor —le dijo, mientras acariciaba su muslo—. Luego puedes seguir durmiendo.

—Esta bien —refunfuñó bajándose de la cama.

El chico se puso de pie y se estiró hasta que le crujió el cuerpo. Se desabotonó el onesie y lo bajo por sus piernas. Devolvió su ropa al armario y tomó una camiseta vieja de Tayler.

Salió de la habitación luego de ponerse un par de calcetas. Su novio lo esperaba en la mesa. Había una taza de leche y un bol de fruta en su lugar de siempre.

El castaño se sentó y le echó una mirada al plato de Tayler. Unas cuantas tostadas con mantequilla y café.

—¿No hay café para mí? —preguntó al tiempo que le robaba un cachito del pan y se lo metía a la boca.

—No hay café para ti —repitió—. Leí la minuta de la nutricionista, haré que la cumplas al pie de la letra.

—¡Ay, por favor! Un poco de pan no me hará mal —alargó el brazo para robarle otro trozo pero el azabache le golpeó la mano.

—Puedas o no comer tostadas es mi desayuno. Ya tienes el tuyo —alejó su taza y su plato.

—Otra vez con lo mismo —agarró el azucarero y puso dos cucharaditas en su leche. Revolvió despacio y tomó un sorbo—. Que infantil.

—Mira quien lo dice —le enseñó la lengua.

El chico se concentró en su desayuno. Manzana, pera y plátano picado, mezclado con avena y un poco se miel. Se metió una cucharada a la boca y se deleito con el cosquilleo.

Baby Boy Watercolors (ABDL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora