Precipicios.

60 1 0
                                    


Mira su zapato ahí en la alfombra, está demasiado sucio de todas las pisadas de la noche anterior, solo lo mira sin pensar en absolutamente nada, ese trance que tienes cuando acabas de despertar donde aún no sabes donde estas, asì. Mira el celular tan lento como se puede imaginar y ve que Miguel le ha enviado un mensaje.

-Buenos días, ¿Cómo estuvo tu noche?

Es reconfortante tener a alguien que te escriba a esa hora solo para saber como estas y como la pasaste, responde rápidamente y le suma tres emojis.

Se tira a la cama de espaldas y mira el techo. <No más de este techo, nunca más> <Pensò>

Se levanta, y va rápidamente a darse una ducha, Pablo le había dado un choque de energía gigante, definitivamente extrañaba a su amigo.

Estaba dispuesto a entregarse.

Ojala ese trampolín este ahì <Pensò>

Se verá con Miguel, está ansioso, irán a una reserva natural, uno de sus planes favoritos, se alista, unos shorts, unos tenis y una camisilla, perfecto para ir a caminar en medio de árboles. Mientras conduce solo piensa en lo emocionado que está por verlo y en cómo quiere que todo funcione a la perfección, va tomando agua, maldita resaca, igual no le impedirá pasar un buen día.

Miguel está en la puerta de su casa esperando con una sonrisa, cuando ve el auto asomar en su calle sale corriendo hacia èl, se subió al auto y le dio un beso, sonríe, está muy emocionado, Felipe solo lo mira pensando en lo lindo que se ve así, feliz.

Durante el viaje Miguel no paró de hablar de todo lo que quería hacer, era casi como si tuviera una enorme lista, Felipe solo sonreía y asentía haciéndole saber que lo harían todo.

Después de dejar el carro en el parqueadero empezó la travesía, empacaron unas botellas de agua y unas botanas para más adelante, se podía sentir la pureza del aire entrando a sus pulmones, el ruido de las aves y el arroyo corriendo libre sin fin.

Caminaban y en medio de los árboles y señalaban todo casi como si lo estuvieran viendo por primera vez ,se adentraban más y más, su destino era una famosa cascada a la cual todos se dirigian debido al hermoso paisaje que se podía divisar desde ahì. El único camino para llegar era el arroyo el cual estaba helado, con el agua en las rodillas y sintiendo sus pies fríos a más no poder se hacían camino minuto tras minuto, no había pasado aún una hora de caminata y ya los dos iban empapados de pies a cabeza por estar jugando con el agua durante el trayecto.

La luz del sol daba justo en la cara de Miguel, era un momento de iluminación perfecto y Felipe estaba anonadado por tal instante, definitivamente era hermoso, ¿si valía la pena tirarse de este precipicio? al menos  sería uno demasiado lindo.

Felipe realmente quería amarlo, quería amarlo de verdad.

Con las palabras de Pablo en su cabeza pudo darse cuenta que amar verdaderamente a otra persona es aceptar que el esfuerzo de amarla vale el dolor de perderla. Así que si iba a amar lo haría de lleno, estaba dispuesto a despojarse de los fantasmas del pasado.

El sonido del agua caer es tan fuerte como el equipo de sonido de un club, era deslumbrante tanta belleza natural, enormes rocas que probablemente llevaban décadas ahí, arboles llenos de vida y miles de especies alrededor, el lugar en sí emanaba historia.

Lo tomó de su mano y luego lo besò, ese beso fue la prueba carnal que demostraba que se estaba entregando a èl, Miguel se encargaría de que Felipe creyera en el amor o por lo contrario si terminaría amando la soledad para siempre.

Caminan sin ningún tipo de prisa, solo desean que el día no acabe y poder seguir juntos, con el frío invadiendo sus cuerpos y prontos a pescar un resfriado deciden regresar, empapados casi como si hubieran nadado en su trayecto, pero no.

Se secan un poco antes de poder subir al auto, Felipe lo enciende y empieza el camino a su casa, necesitaban una ducha de agua caliente, se pone el cinturón de seguridad e intenta bajar la ventanilla pero Miguel dice que no, quiere que las mantenga arriba. El auto empieza a moverse y Felipe mira un poco hacia Miguel que estaba en silencio, eso es demasiado extraño en él, sorprendido por tal silencio solo sigue conduciendo cuando ve que Miguel se agacha en medio del camino y sacó su miembro y lo metió a su boca, creo que eso era lo que más le gustaba de èl, lo atrevido que era, entregado al placer solo pudo preguntar.

-¿Qué estás haciendo?

-Hago el viaje más placentero, <Respondió>

Felipe sorprendido y extasiado por el momento solo se relajó y siguió conduciendo esperando que el camino se hiciera más largo.

LLegan a su casa, tiran todo al sofá, empiezan a besarse y desvestirse poco a poco para ir a tomar una ducha juntos, entran y el agua tibia empieza a correr por ambos cuerpos mientras sus manos recorrían parte por parte casi como si lo estuvieran haciendo por primera vez. Ahora esa pared ya no estaba para mirarla y pensar, ahora tenía un mejor uso: poner a Miguel contra ella y cogerlo como jamás nadie lo había hecho.

El agua cayendo hacia que el sonido de su sexo fuera aun mas fuerte, gemidos y mas gemidos salian de sus bocas haciendole saber al mundo que los dos estaban pasando el mejor momento de extasis y placer, su miembro entraba y salia finitas veces de èl mientras su boca le besaba el cuello y su mano le halaba el pelo, los dos veian como salia vapor de sus cuerpos casi como si estuvieran cercanos al punto de ebullicion.

Un grito de placer determinó el fin de ese momento.

Exhaustos y luego de secar sus cuerpos fueron a la cama, y se acostaron en sus espaldas mirando el techo y esperando recuperar el aire que habían invertido instantes atrás.

En esa desnudez y silencio se sentían muy cómodos, se miraban satisfechos y felices, ese dia habia sido perfecto.

Empezaron a ver una película y al pasar unos minutos los dos ya habían caído dormidos por el cansancio. Hace mucho no dormía con alguien, se sintiò muy tranquilo y completo a su lado.

Amor DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora