04. Placer De Chocolate.

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El placer no solo está relacionado con el sexo.

El placer va más allá de satisfacer nuestras necesidades coitales.

El placer de vivir una nueva experiencia, de recibir o dar regalos, escuchar melodías o música pesada, dormir, comer, entre muchas otras cosas.

Y para Emilio, su mejor placer es el chocolate.

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Las personas ocupaban las mesas, taburetes frente a la barra.

El alcohol en varios vasos, copas de vino, bocadillos, charlas, risas.

Joaquín caminó hasta la barra y se sentó en un taburete, colocó su maleta en su regazo y prestaba atención a los movimientos de Diego al preparar un martini, la manera en que agitaba el mezclador hasta que el asiático se dio cuenta de su presencia, enfocando sus ojos y sonriendole con amabilidad.

- ¿Qué hay, bonito? - Saludó mientras vertía la bebida en una copa y la extendía a la cliente, acercándose hasta estar frente a frente.

- Todo bien, Diego, ¿Y tú? - Su estado de ánimo había cambiado radicalmente al estar ahí, un ambiente tan tranquilo, leve aroma a cigarrillos, personas felices.

- ¿Seguro?, A ver dime, ¿En dónde está tu caza fortunas?.

Desde que Joaquín sabe, Diego lleva llamando de esa manera a Carlos desde que empezaron a ir al restaurante. Diego siempre le decía que debía dejar a ese bastardo, que Carlos lo único que buscaba era aprovecharse de su inocencia y robarle la mayor cantidad de dinero posible.

- En la empresa - Más que tratar de convencer a Diego era la mentira que siempre se decía cuándo Carlos dejó de ir a recogerlo al final de sus clases, mantener una empresa en pie era muy complicado y conllevaba jornadas extensas de trabajo, ¿No es así?.

- De acuerdo, de acuerdo, en ese caso, ¿Qué puedo ofrecerte?.

- Un coctel - Pidió sin balbuceos, quiere olvidarse por un momento de toda la miseria y más que nunca su corazón y alma le pedia que ya dejara a Carlos, que dejara de sufrir por la causa de ese imbecil y por la suya propia al seguir al costado de un cretino.

- ¿No prefieres una soda?, El alcohol y tú no se llevan muy bien...

- Es mejor un chocolate caliente, ¿Verdad?.

Esa voz, la persona que le hizo vibrar con solo mirarle, una conexión extraña entre su cuerpo y la calidez que emanaba, la masculinidad le provocaba mareos, un aroma tan varonil que recorría todo su interior una vez lo inhalaba.

Joaquín giró sobre el taburete y sus ojos se perdieron en los de Emilio, sus recuerdos se conectaban, esos ojos no sólo los había visto en la mañana cuándo fue a desayunar, el poder que ese iris café tenía sobre su iris miel era delirante.

Una sonrisa ladina, pose tranquila, la filipina aún formaba parte de su vestimenta a pesar de ser tarde y todo su personal trabajando en sincronía para que él, siendo el dueño pueda ir a descansar.

- Te ofrezco un chocolate caliente en lugar de una soda, ¿Qué dices?.

Emilio rompió el silencio mientras Diego continuaba con su labor de atender a los clientes, Joaquín suspiró, ¿Qué podía perder?, Tan solo sería una taza de chocolate caliente y eso le haría sentir bien.

Atemporal | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora