𝑫𝒐𝒔

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Dos meses antes.

Baby One More Time de Britney Spears era, sin duda alguna, el tipo de canción perfecta que a Doyoung le encantaba colocar de fondo mientras se preparaba para salir a alguna fiesta. Tal como aquella noche.

La música se escuchaba lo suficientemente fuerte para que atravesara cada una se aquellas viejas paredes, cuya humedad era camuflada por pósters de bandas o películas que Doyoung amaba. Su habitación era muy pequeña, pero aún así en encontraba espacio para moverse al ritmo de aquella canción sin lastimarse con algún mueble en el intento.

Mientras bailaba con  sensualidad frente  un espejo de cuerpo completo, se iba vistiendo con las prendas que había seleccionado instantes antes de ducharse.

- My loneliness is killing me.- cantó a la par de la canción, sin detener los movimientos que su cuerpo hacía ante la completa dominación de la música, al mismo tiempo que terminaba de abrocharse aquella camisa blanca cuya tela se transparentaba, haciendo resalta su tatuaje de la mariposa cubriendo parte de su piel.- I must confess, i still believe...

- I still believe.- su acompañante hizo el coro poniendo su voz exageradamente aguda, lo que causó una singular risa en Doyoung.

Ten, quien se encontraba acostado boca arriba sobre la cama del rizado, también se rió para luego inclinarse con el fin de pasarle a su mejor amigo el porro que entre su dedo pulgar e índice se situaba.

- Give me a sign.- continúo cantando el azabache con verdadera pasión, mientras estiraba su brazo con delicadeza y de este modo adueñarse por un efímero instante del porro.- Hit me baby, one more time.

El característico olor a marihuana se extendía en el espacio, abriéndose paso en el ambiente, sin dejar disimular el acto ilegal que aquellos adolescentes se encontraban ejecutando. Camuflando las feromonas que ambos omegas desprendían.

Doyoung le dió una pitada, mirándose al espejo, admirando cada parte de su provocativo cuerpo. En sus dedos resaltaba aquel bonito color verde pastel. Oh, cuánto amaba aquel doce jodido color. Expulsó el humo restante de su boca hacia el espejo, dándole una nueva camada al cigarrillo de marihuana, y sin más se lo devolvió la a su dueño que, quien lo recibió gustoso.

- ¿Qué dirá tu daddy cuando se entere que estuviste drogándote? - preguntó Doyoung derramando cierta diversión con su tono de voz, entretanto se arreglaba su cabello frente al espejo.- ¿No te lo había prohibido?

El rubio rió con gracia y el humo huyó de entre sus labios.

-  Oh, Doyoung, tú no entiendes. Lo hago a propósito, así me castiga.- expresó el aludido con serenidad, manteniendo una grata sonrisa en su semblante y procedió a trasladar nuevamente el cigarro a sus labios.- Tengo planeado llamarlo en la madrugada, todo ebrio y  drogado, así se enoja y va a buscarme a la fiesta para reprenderme. Oh, sí.- gime con exageración arqueando su espalda sobre la cama, para luego echarse a reír.

Ante eso, el de orbes marrones sólo pudo hacer no una, sino dos cosas: rodear sus ojos con disentimiento y negar con la cabeza. Respiró hondo, haciendo a un lado la total incomprensión ante aquel asunto. ¿Cómo podía gustarle que lo castigaran? O aún peor, ¿Cómo podría gustarle que lo castigaran? O aún peor, ¿Cómo podría gustarle que un alfa muchísimo más grande que él lo dominará de aquella manera?

Cada quién con sus gustos, susurró la consciencia de Doyoung, y éste decidió concordar con la misma. Después de todo, él no era nadie para juzgar a los demás. En realidad, nadie debería ser quien para hacerlo.

sublime dominación ; jaedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora