Epílogo

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Museo de Bellas Artes Fuji,
Tokio

20:45 de la noche

- ¡Kaitou Kid! ¡Es Kaitou Kid! ¡Está en el museo!

En cuestión de segundos, todas las luces se encendieron para iluminar hasta el último rincón, las alarmas empezaron a resonar por el edificio y desde la calle, grandes focos dirigían sus haces de luz hacia la fachada y el tejado. En el interior del museo, agentes de policía corrían de un lado a otro, en un intento por bloquear puertas y ventanas por las que el ladrón pudiera escaparse.

En aquel ambiente, el inspector Nakamori Ginzo era el único que sonreía satisfecho.

- ¡Inspector Nakamori, Kid ha sido visto en el segundo piso! - resonó la voz de uno de los vigilantes por la emisora que el inspector tenía en la mano.

- ¡Muy bien! Ya conocen el plan, que las luces de la sala de exposición sean las únicas apagadas. Seguramente intentará esconderse, ya que aún faltan 15 minutos para la hora que señaló en su nota.

- ¡A la orden! - respondió la voz al otro lado del comunicador, terminando la conversación.

Nakamori bajó el aparato, y comenzó a reírse triunfantemente. Esta vez sí, esta vez sería el final de Kid, pues había preparado lo que él consideraba una trampa muy ingeniosa para atrapar al mago de la luz de luna de una vez por todas. Estaba tan seguro de su éxito, que no se fijó en el policía que hasta ese momento se había hallado detrás suyo, el cual se caló más aún la gorra del uniforme en los ojos y comenzó a sonreír de forma burlesca y presuntuosa, mientras corría hacia la parte oeste del museo.

"Bien - pensó Kaito - Jii ha cumplido con su parte del plan. Ahora me toca a mí subir al escenario."

A su vez, en otra parte del museo de Tokio, 3 jóvenes habían escuchado también las órdenes del inspector por la emisora. Se miraron entre ellos, y sin decir nada, tras un asentimiento de cabeza, cada uno corrió a posicionarse en el lugar que previamente habían acordado.

Kaito se encontró con algunos policías más por el camino, pero gracias a la distracción que había acordado con Jii-chan, nadie reparó en un agente que se movía sospechosamente en dirección contraria a la del resto de hombres

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Kaito se encontró con algunos policías más por el camino, pero gracias a la distracción que había acordado con Jii-chan, nadie reparó en un agente que se movía sospechosamente en dirección contraria a la del resto de hombres. De ese modo, y sin que nadie le molestase, Kaito llegó a los vestuarios donde se cambiaban los trabajadores del museo. Como ya sabía, aquello estaba desierto y al inspector Nakamori no se le había ocurrido poner ningún tipo de seguridad.

Tras extraer de uno de los conductos de ventilación una gran bolsa negra que había colocado allí la tarde anterior, comenzó a prepararse para el show que daría en unos minutos. En esta ocasión, Kaitou Kid había respondido a un desafío lanzado por la multimillonaria Bracho Paola, una de las coleccionistas de joyas del imperio azteca más importantes del mundo. Había traído para exponer en el museo de Tokio una muestra de piezas de oro y plata, entre las que se hallaban unas piezas adornadas con piedras de jade.

Un Problema Peludo y MulliditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora