XVIII

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✨ CAPÍTULO 18

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CAPÍTULO 18. Un intento de huida y un posible intercambio ✨

Sergio bajó del árbol y corrió con desesperación en la dirección en la que Raquel se había ido, olvidándose de su promesa y sin pensar en que, como lo atraparan a él también, la banda quedaría completamente sola.

A través del micro escuchó como la ex inspectora era atrapada por su ex compañero Suárez, quien se la tenía más que jurada.

- Dime donde está, Murillo – pudo oírle decir – Dime donde está el Profesor.

- Díselo, Raquel – fue capaz de hablar entre jadeos – Diles donde estoy. Diles que ya voy.

Raquel, con una pistola sobre su frente, escuchó a la perfección las palabras de Sergio, pero no tenía pensado decir ni una palabra. A su mente acudió la imagen de Sofía, junto con su petición de que, al menos uno de los dos, se salvara.

- No sé donde está el Profesor – terminó respondiendo.

- ¡No! – el grito de Sergio fue desesperado – Diles que ya voy. Estoy en camino.

- ¿Dónde está el Profesor? – repitió Suárez. Al hombre se le estaba empezando a acabar la paciencia.

- Ya te he dicho que no tengo ni la menor idea de donde se encuentra – aunque estaba aterrorizada, su voz sonó firme.

Segundos más tarde, y pese a la desesperación y al vano intento de Sergio por llegar junto a ella, el sonido de un disparo cruzó el aire, rompiendo el silencio que se había creado, y provocando que el hombre cayera de rodillas. No había llegado a tiempo. No había podido salvar a la mujer.

Lisboa acababa de morir.

En ese mismo instante, las cosas en el interior del Banco no iban mucho mejor.

- Eres el pedazo de mierda más grande de la tierra – Denver se puso frente a Río con cara de pocos amigos, y Sofía se acercó a ellos con lentitud, previendo una inminente pelea – Lo hemos dejado todo para venir a rescatarte, y a ti lo primero que se te ocurre es dejar a Tokio.

Cracovia se mordió el labio inferior al escuchar eso último. Hacía ya varias horas que no veía a Tokio, y se preguntó como estaría.

- Díselo, Cracovia – Denver se giró hacia ella – Dile que eso no se hace.

- No podemos obligar a nadie a estar con quien no desee - respondió la morena, acercándose a ellos definitivamente, y recibiendo una mirada de alivio por parte del menor de sus compañeros – No podemos meternos donde no nos incumbe.

- Dices eso porque no la has visto. Tokio está más borrachas que un piojo – replicó el hombre, todavía notablemente enfadado – Casi lo jode todo, ¿entiendes? – se habría acercado aún más a su compañero de no ser porque la argentina se puso en medio.

C R A C O V I A [Profesor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora