XXIII

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✨ CAPÍTULO 23

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CAPÍTULO 23. Alicia Sierra no es buena compañía 

Durante los minutos que Cracovia permaneció en el interior de la bañera con Tokio haciéndole compañía, ambas mujeres se unieron un poco más. La primera de ellas escuchó con tristeza la historia de amor de una destrozada Tokio, mientras que la segunda encontró en ella un apoyo con el que desahogarse. Alguien con quien contar desde la muerte de Nairobi. 

- La voy a echar mucho de menos - murmuró Cracovia mientras terminaba de vestirse. 

- ¿A quién? 

- A Nairobi - respondió como si fuera obvio. Desde su llegada al Banco apenas había tenido tiempo de pensar en ello, pero ahora que se encontraba en unos minutos de tranquilidad recordar la muerte de su amiga no hizo más que aumentar sus ganas de pegarle un tiro a Gandía. 

- Se lo haré pagar - aseguró Tokio deteniéndose frente a ella, refiriéndose a Gandía - Se lo haremos pagar - se corrigió al observar el rostro de su amiga. Era tal la seguridad con la que hablaba, que Cracovia realmente creyó que eso sería así. Ninguna de las dos sabía la verdad que había en esas palabras. 

- Primero pensemos cómo haremos para salir de aquí - la tranquilizó - Luego ya hablaremos de venganza. 

Porque sí. Ella también tenía claro que quería acabar, del modo que fuera, con todas aquellas personas que habían dañado a sus seres queridos. 

Sintiéndose ligeramente mareada se dejó caer en una de las sillas que había frente a la radio una vez Tokio y ella se reunieron con los demás. Podía ver en el rostro de los miembros de la Banda, de su pequeña familia, que muchos de ellos ya habían perdido toda esperanza de salir de allí con vida. Lo pudo ver en los ojos de su hermano, que a parte de encontrarse al borde de un ataque de nervios, se preocupaba doblemente por su hermana, a la que no veía en su mejor forma. 

- Lisboa a Profesor - habló esta, esperando pacientemente una respuesta por parte del hombre. Una respuesta que, como era de esperar, no llegó - Lisboa a Profesor, ¿me oye? 

El mareo que Cracovia estaba sintiendo fue en aumento en la medida en que también lo hizo el latir desenfrenado de su corazón. Ese presentimiento de que algo iba a salir mal se instaló en el centro de su pecho, consumiendo cada vez con más rapidez el aire que llegaba a sus pulmones. 

Salió de ese estado de angustia en el que estaba sumida en el momento en el que vio como Lisboa le tendía la radio a ella para que probase. Durante unos segundos se quedó mirando para la mano de su compañera, como si aquello fuera lo más raro del mundo. Finalmente suspiró y cogió el aparato. 

- Cracovia a Profesor - habló con voz pausada, tratando de no demostrar los nervios que sentía - Cracovia a Profesor - repitió - Sergio, ¿estás ahí? - añadió con desilusión, sin esperar una respuesta. 

- No me lo puedo creer. 

Esas cinco palabras salieron de la radio, pero la voz no era en absoluto la de Sergio. Una simple mirada a Lisboa le hizo saber que no había escuchado mal, y que se trataba de la inspectora Alicia Sierra. Lo que les faltaba. 

C R A C O V I A [Profesor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora