Café

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Una treinta, dos y diez, tres y veinte

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Una treinta, dos y diez, tres y veinte. Miraba el reloj mas de lo que miraba a mi alrededor. Sentía tantos nervios que podría vomitar, estaba acotado en mi cama, sus mensajes dejaron de llegar desde las doce del día. Ya estaba listo, y falta tan poco para irme, pero no creí tener la fuerza de poder caminar hasta la cafetería donde habíamos quedado.

El reloj sonó, una alarma puesta por un emocionado yo el día anterior, no sabía si a el le gustaría mi verdadero yo. No usaba mayas de rejilla, o shorts. Usaba unos pantalones de mezclilla y una sudadera desgastada, no sabia si le gustaría mi yo normal.

Sali de la casa, las llaves no entraban en la cerradura al cerrar la puerta, camine tambaleándome por las estiradas calles. Y diferencie la cafetería, un pequeño establecimiento decorado con mesas pequeñas y un fuerte olor a café.

Lo vi parado en la puerta del café, parecía exhalar con fuerza, y colocar su grande mano en su pecho. El también estaba nerviosos, entro con paso firme y se sentó en una mesa que no podía ver, cruce la calle con la cabeza en alto. Abrí la pequeña puerta del establecimiento respirando con fuerza. El estaba sentado en una mesa en un pequeño rincón, camine con el corazón latiéndome con mas fuerza y me senté de una, sin querer mirarlo.

-Oh hola- dijo un poco desprevenido-

-Hola- le respondí con una sonrisa-

Actué lo mejor que pude, que no estaba nervioso.

Hablamos de cosas variadas, el casi no mencionaba a su familia, y decidí no tocar ese tema. A veces el solo hablaba de cosas que yo no entendía, pero verlo hablar me fascinaba, podría verlo todo el día.

-¿Y tu?- pregunto con interés-

-¿Yo que?- pregunte de vuelta-

-¿Cual es tu historia?- pregunto sonriente-

Sonreí con tristeza, mi historia era deprimente, y lastimosa.

-No creo que quieras oírla- confesé sonriendo-

-¿Porque?- pregunto extrañado-

-No todas las historias son buenas- respondí intentando sonreír con todas mis fuerzas-

El alargo su mano, hacia la mía, el tacto era cálido. La sostuvo unos segundo apretándola con cariño, sentía que con cada segundo mi mano se enfriaba mas y mas, y mi corazón latía sin control.

-En resumen...-solté- mi familia no es rica, mi padre murió y mi madre esta enferma, me fui de la casa a los 16 y ahora vivo con ella para cuidarla, por eso... bueno por eso trabajo en el club- Conte tragando con fuerza con cada oración-

Samuel parecía horrorizado, y entristeció en instantes.

-Lo siento...-soltó apenado-

-Esta bien- respondí con una sonrisa débil-

Cambio el tema casi al instante, parecía avergonzado por forzarme a contarle mi historia, pero no fui forzado.

La cita termino, al despedirnos, quería llevarlo conmigo, quería meterlo en mi bolsillo y no soltarlo. Se convirtió en una droga, el era tan adictivo que al estar caminando hacia mi casa ya quería que fuera el siguiente día, y verlo en el club, quería verlo el resto de mi vida todos los días.

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Perdón si el capitulo es mas corto de lo normal, pero estoy algo ocupada en otros proyectos, y me estaba tomando mas tiempo del que me gustaría. Pero jamás abandonaría esta historia así que no se me espanten.

Espero que le haya gustado, y un saludo a la chica que todo el tiempo escribe comentarios sin sentido, te quiero bella.

Muchas gracias por leer a todos, en serio me ayudan mucho sus comentarios lindos, gracias.

Ya me callo mucho texto.

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⏰ Última actualización: Jan 06, 2021 ⏰

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