Habían pasado un par de días desde que Fluke ya no estaba en casa de Wayne, y ahora estaba en casa de Ohm, porque así era, nada había cambiado excepto el dueño de la casa en la que estaba encerrado, sin poder salir y con guardaespaldas en la puertas, y tampoco podemos olvidar las cámaras.
Gran cambio.
Bueno, al menos Wayne le trataba bien, le decía cosas bonitas, y trataba de estar junto a él.
En cambio Ohm, apenas y le dirigía la palabra, no dormían juntos, no comían juntos, y Ohm casi nunca estaba en casa, llegaba tarde y salía muy temprano.
Lo último lindo que le dijo fue que lo amaba y que por fin estarían juntos.
Fluke no pudo evitar que una lágrima baje por su mejilla, seguida de muchas más, era inevitable.
En éste momento estaba en la habitación de Ohm, o bueno, en la que siempre dormía.
Parecía un cuarto de hotel, solo una cama con una sábana blanca, veladores a los costados, un pequeño escritorio con algunos libros y lapiceras, un clóset casi vacío, no había fotografías, en realidad no había ningún objeto personal.
Se acercó a la ventana y vió hacia afuera, era un día muy bonito, con un sol radiante y algunas nubes, cómo desearía sentir la brisa fresca en su rostro.
¿Qué cambio tanto a Ohm?
Se preguntaba Fluke.
¿Tanto le afectaba ser padre? Porque si era miedo, también Fluke se sentía así, pero sí se apoyaban mutuamente entonces todo estaría bien. Podrían ser una hermosa familia. Siempre había soñado con eso.
—¿Que haces aquí?
Fluke se sobresaltó y se dió media vuelta para mirar a Ohm, quien estaba parado en la puerta con los brazos cruzados.
—Ohm, me asustaste —dijo Fluke limpiándose rápidamente las lágrimas— Creí que llegarías más tarde.
—Eso no responde mí pregunta —manifestó Ohm con seriedad— ¿Qué haces aquí?
—Y-yo solo estaba caminando por la casa —empezó a excusarse el castaño— Estoy muy aburrido y-
—Vuelve a tu habitación —interrumpió Ohm— Si estás aburrido entonces lee un libro.
—Quiero salir afuera, por favor Ohm, aunque sea al jardín —suplicó Fluke acercándose al azabache— Podemos ir juntos, y quizá-
—Estoy ocupado —repuso secamente— Vete a tu habitación.
—Por favor osito —insistió Fluke agarrándole las mano a Ohm.
—No me llames así —dijo entre dientes mientras se soltaba bruscamente del agarre.
—Pero yo siempre te llamé así —sintiendo que la voz se le quebraba— Y me dijiste que te gustaba.
—Estoy cansado —sosteniendo a Fluke del brazo con fuerza lo jaló hacía afuera, caminando en dirección a la habitación de Fluke.
—Ohm, me lastimas —sollozó Fluke tratando de soltarse pero Ohm le ganaba en fuerza— Ohm, basta, sueltame por favor —lloriqueó.
Ohm no estaba pensando con claridad. Estaba enojado y su enojo lo cegaba, quería golpearse a sí mismo.
Una vez llegaron a la habitación de Fluke, Ohm lo empujó adentro.
—No quiero que salgas de aquí —gruñó el azabache para después cerrar la puerta con llave.
—¡Ohm no me dejes encerrado! —gritó Fluke golpeando puerta con lágrimas en los ojos— ¡No quiero estar sólo! ¡Ohm! ¡Por favor! Por favor —apoyó su cabeza en la puerta— Por favor —susurró dándose media vuelta para caer al piso flexionando las piernas hacia su pecho para abrazarse a sí mismo tratando de controlar su respiración.