Sentía un frío que calaba sus huesos, no podía dejar de temblar, tenía miedo, y las lágrimas cayendo por sus mejillas no ayudaban.
Tan solo podía abrazarse a sí mismo tratando de tranquilizarse, pero era algo inútil.
No sabía que hacer, todo estaba oscuro excepto por una débil luz que emanaba de una pequeña ventana.
Respiraba con dificultad. Ni siquiera sabe cuánto tiempo pasó desde que lo trajeron aquí.
¿Diez minutos?
¿Media hora?
¿Una hora?
El tiempo era irrelevante, porque, adecue verdad, ésto era mejor en comparación a todo lo que Ohm le haría.
Solo esperaba estar equivocado.
Pero, sí lo tiene en un terrorífico sótano, no había muchas esperanzas.
Además, sí fue capaz de insultar a su propio hijo, entonces también sería capaz de lastimarlo, pero Fluke sería capaz de suplicarle de rodillas que no golpeara su vientre.
La puerta siendo abierta hizo que se sobresaltara en su lugar.
Levantó la mirada y sintió como su respiración se cortó por un segundo y empezó a temblar aún más.
—Creí que no volvería a verte, cariño —habló Wayne con una sonrisa después de cerrar la puerta y mirar a Fluke— Te extrañé tanto.
Fluke solo se quedó paralizado mirando fijamente al piso.
—Te busqué todo éste tiempo, y cuando estaba a punto de rendirme, tú caminas solo por la calle y mis hombres te encuentran —se burló Wayne— No puedo creer que Thitiwat fuera tan estúpido como para dejarte solo. Que estúpidos fueron ambos al creer que se saldrían con la suya —acercandose peligrosamente a Fluke— Nadie se burla de mí vive para contarlo —dijo entre dientes para después darle una fuerte cachetada a Fluke, y luego ponerse de cuclillas y agarrarle del mentón de forma brusca y mirarle directamente al rostro— Te torturare tan lentamente que sentirás como tu hijo muere dentro tuyo, y después asesinare a Thitiwat en frente tuyo. Ambos pagarán con sus vidas la humillación que me hicieron. Y tú serás la diversión de todos mis hombres hasta que mueras siendo solo un pedazo de carne.
Wayne empujó a Fluke haciendo que chocara con la pared, y se puso de pie para salir del sótano.
Fluke empezó a sollozar, sentía como si su corazón estuviera desgarrandose.
Estaba perdido.
Ésta era una muerte segura, ya no había salvación.
Hubiera preferido morir en manos de Ohm que en las de Wayne.
Abrazó fuertemente su vientre sintiendo la impotencia de poder hacer nada para salvar a su hijo.
Éste era el fin.
(...)
Estaba cada vez más desesperado, no podía dejar de caminar por todo su despacho.
La culpa le estaba consumiendo.
Sí tan solo no hubiera lastimado a su ratoncito, todo sería diferente ahora.
De pronto su celular comenzó a sonar.
Sin ver el número, Ohm contestó la llamada.
Del otro lado de la línea solo se escuchó una respiración.
Ohm puso una expresión de confusión.
—¿Quién es? —preguntó Ohm con una voz amenazante.