Secuestro y Escape

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No era la primera vez que lo secuestraban.

Arthur Brights vivía en una de esas pocas, pero no desconocidas, areas marginales del Imperio de Edén, donde la corrupción y la avaricia superan con creces a la razón y la autoridad.

Desde joven, Arthur vivió prácticamente solo. Su madre era miembro de una banda delictiva, su trabajo consistía en seducir a miembros importantes de las pandillas rivales para sacarles información y después matarlos a cambio de protección y una paga más que aceptable, sin embargo, la mujer raramente mostraba interés por su hijo; su padre, según las ebrias vociferaciones de su madre, era un mago artista con el que tuvo una noche de desenfreno, de la cual la mujer salió embarazada. Su padre jamás volvió a aparecer.

Ahora, a sus 16 años, Arthur se había desplazado Heesdeinna, un fragmento de país que fue dividido por La Franja cuando la dinastía Krine quiso expandir el Imperio por la fuerza. Dicha dinastía dejó el trabajo a medias, dejando la frontera occidental vigilada por una parte de los soldados que constantemente debían estar suprimiendo varios intentos de rebelión.

Los secuestradores, en esta ocación al menos, no parecían ser soldados; eran muchos, si, pero solo llevaban espadas y cuchillos, nada de armaduras, por lo que podrían ser bandidos cualesquiera. Arthur tenía las manos sujetadas por otros tipos y un costal en la cabeza, lo habían golpeado con algún mazo y estaba mareado y adolorido al momento que lo introdujeron a lo que parecía un granero pequeño.

Una vez dentro, lo acostaron boca abajo y otras personas se le pusieron encima para que no se moviera. Una voz, ronca y áspera comenzó a canturrear algo en un idioma extraño, mientras los demás repetían una frase al unísono como una respuesta.

— La tabla y los clavos, ¡Apúrate! — Masculló una de las personas y Arthur se puso nervioso, trató de moverse pero los demás sujetos encima suyo hicieron presión.

Una tabla lisa fue colocada bajo su brazo, extendieron la extremidad y comenzaron a sostenerlo.

"¡Vienen por el brazo...! ¡Son brujos!"

Antes de poder reaccionar, sintió algo frío y punzante en el centro del revés de su mano derecha. El líder virtió un líquido frío y que provocaba ardor sobre la piel encima de Arthur.

Quiso gritar que se detuvieran, pero...

— ¡Larga vida a Lord Moormoor!

— ¡Larga vida!

Un martillo impactó con fuerza contra la cabeza del clavo, atravesando la carne y fracturando los huesos de la mano hasta clavarse en la tabla. Arthur gritó por el dolor, agitó su cuerpo para quitarse a los brujos de encima, pero la herida dolía con cada movimiento.

— ¡Que viva el Argento de Sangre!

— ¡Que viva!

Otro martillazo hizo que el clavo atravesase la tabla, salpicando la sangre del chico al rededor. El olor del líquido frío le impedía caer inconsciente, llenando toda la estancia con sus gritos. Sintió entonces la punta de otro clavo en su antebrazo.

— ¡¡NOO!! ¡¡No lo hagan, mierda, NO!!

— ¡Que los dioses bendigan nuestra cruzada!

— ¡Nuestra cruzada!

El clavo atravezó impasible la carne, cortando los tendones y pasando entre el radio y el cúbito hasta golpear el suelo, no había tabla debajo. Los brujos entonces se quitaron de encima del muchacho y le dieron la vuelta, sostuvieron al chico y trajeron una sierra.

— ¡Que el dolor de esta víctima sea alimento y ofrenda a los dioses!

— ¡Ofrenda para los dioses!

El Mar Más Allá Del CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora