Rito de Iniciación

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— ¡¿Cómo que no los tienes?! — Exigió saber Axel con furia al herrero del Palacio de Edén.

— ¡Es lo que te estoy diciendo, muchacho tonto! — Fue la respuesta del herrero de la barba negra. — ¡¡No tenemos tus cochinos sables porque no los entregaste aquí!!

— ¡Se los entregué al aprendiz! ¡¡Al puto aprendiz con la cicatriz en la mejilla!!

— ¡Y yo, por última vez te digo que no hay ningún aprendiz así en esta herrería! — Dijo el herrero con hastío.

— Por última vez... — Repitió Axel antes de saltar el mostrador y sujetar al herrero de la ropa. — ¡Por última vez una mierda!

Un forcejeo empezó hasta que Cristine y Argus, quienes acompañaban a Axel, los separaron. Cristine se quedó hablando tranquilamente para apaciguar al indignado herrero mientras Argus se llevaba a Axel a otro lado.

— Esos hijos de...

— Ya cálmate, Axel. — Dijo Argus mientras sentaba a su hermano en un bordillo. — Tal vez solo la dejaron por ahí y no se dieron cuenta.

— ¡Y un carajo! ¡Tienen mis armas secuestradas porque saben que con esas maté al puto Orsfreicht!

— El puto Orsfreicht no lo mataste tú solo y lo sabes. — Explicó Argus. — Le diste el golpe de gracia, sí, pero...

— Gracias, hermano, podrías dejar la Guardia y cobrar por dar consejos... — Interrumpió Axel para responder de forma sarcástica. — ¿Cómo te sentirías si alguien se robase el Tigre Blanco de los Cromwell? ¿eh?

Argus prefirió guardarse la respuesta a esa pregunta, en su lugar insistió:

— Esperemos un tiempo... Tal vez están muy ocupados por la visita de los Dioses Penitentes. — La frase pareció haber logrado su objetivo, Axel se veía un poco mejor, así que Argus insistió. — Si, quizás es eso. Recuerda que siempre hay bandidos e imbéciles que querrían del poder que tienen ellos...

— ¿Tu crees?

— ¡Claro que si! — "Bueno, ya no se qué diablos decir", pensó Argus. No era el mejor para dar esa clase de charlas. — Si tienen los sables listos, podrían mandarte con la vanguardia a despejarles el camino de regreso...

— ¡Axel, Argus! — Llamó Cristine a unos metros mientras se acercaba.

— ¿Te dijeron algo? — Preguntó Axel mientras se levantaba y se acercaba a Cristine. Argus lo siguió.

— Hablé con el herrero. — Explicó Cristine. — Insiste en que no tiene un aprendiz así, pero tendrá los ojos abiertos y revisará el depósito para estar seguro.

— Que tenga abiertos los ojos, así me verá poco antes de que se los saque... — Masculló Axel con molestia.

— ¡Hey! — Le espetó Cristine. — Al menos deberías agradecer que esté de buen humor ahora...

— Bueno, se lo agradeceré cuando tenga los sables de nuevo. — Respondió con fastidio. — Vayamos a matar el rato, ¿Quieren?

— Tengo que ayudar a Lord Astrum con unas investigaciones en un momento. — Dijo Cristine. — Vayan sin mi.

— Yo estoy libre por ahora. — Dijo Argus.

— Bueno, ¿Vamos al cuartel de la Guardia a entrenar? — Propuso Axel. — Te apuesto 30 Copas a que no derribas a Ak-sum esta vez.

— ¿Te aplastó la cabeza el Minotauro? — Se burló Argus. — ¡Claro que lo haré! Acepto el reto.

Los dos hermanos siguieron el camino hasta el cuartel en uno de los lados del Palacio, mientras Cristine se iba al edificio central para reunirse con Mace.

El Mar Más Allá Del CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora