De perdidos al río

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"-Ago, dime la verdad... ¿te has cansado de mí?- preguntó al chico sentado a su lado en aquel banco del parque.

-Ahora que lo preguntas la verdad es que llevo un tiempo queriendo decirte esto...- se giró para mirarlo, sus ojos más fríos de lo que nunca los había visto- Sí, no puedo más con esto. No puedo más contigo, me da pereza solo pensar en que tengo que verte...

-No hacia falta que fueses tan sincero...- bajó la mirada triste, el mayor confirmando todos sus miedos con solo una frase.

-En realidad sí- y se levantó mirándolo desde arriba con la nueva distancia entre ellos- Creo que necesitas que alguien te diga a la cara que no vales nada y que eres la persona más pesada e inaguantable que conozco- se dio la vuelta antes de que pudiese contestar nada y añadió- Nuestra amistad acabó, por si no te quedó claro.

Con eso dejó al rubio solo, las lágrimas recorriendo sus mejillas mojándole la cara mientras se sumía en la oscuridad"


Oscuridad que acabó al abrir los ojos y darse cuenta que aquello no había sido más que un sueño, un horrible sueño que esperaba no tener que vivir nunca más. A pesar de saber que aquella conversación no había sido real, Raoul no se podía quitar la sensación pesada del pecho, como si alguien estuviese apretándole los pulmones con fuerza.

Miró el móvil y se dio cuenta de que aun tenía un par de horas antes de que le sonara la alarma. Sintiéndose solo y triste después de la pesadilla decidió buscar alguien con quien acurrucarse y dormir lo que pudiese hasta que fuese hora de arreglarse para ir a clase.

Ricky se le pasó por la cabeza, sabiendo que si le explicaba la situación el mayor no tendría problema en dejarlo dormir con él, pero rápidamente lo descartó, sabiendo que el único que realmente podría consolarlo y quitarle esa sensación tan fea del cuerpo era su mejor amigo.


Se levantó de la cama y fue hasta la habitación del canario abriendo la puerta poco a poco para no estorbar demasiado su sueño. Aprovechando que este miraba hacia la pared se quitó los zapatos y se metió detrás suya en la cama abrazándolo por detrás con cuidado.

-¿Raoul?- preguntó el moreno adormilado mirándolo por encima del hombro con solo un ojito abierto.

-¿Te he despertado? Lo siento- se disculpó sintiéndose culpable

-Mmm- asintió dándose la vuelta para quedar de frente- Pero está bien, no te preocupes. ¿Pasó algo?

-He tenido una pesadilla- respondió simple queriendo enterrarse en el cuello del moreno pero resistiendo la tentación para no parecer demasiado necesitado de amor.

-Ay pobre, ven aquí- por suerte para el bajito Agoney tenia una idea parecida a la suya y lo abrazó apretándolo contra él- ¿Quieres contarme de que iba?


Se resistió un poco al principio sintiendo de repente que el sueño lo exponía demasiado y dándole vergüenza lo que el canario pudiese pensar de él. Aun así se lo contó, sintiéndose vulnerable y con la necesidad de compartir la carga con alguien aunque fuese el objeto de su pesadilla.

-Mi niño...- besó su cabeza enternecido por lo pequeño que parecía su amigo en ese momento- Fue solo una pesadilla, no eres pesado ni inaguantable- hizo que levantara la cabeza para mirarlo a los ojos- Eres el chico más maravilloso y adorable que conozco y tengo mucha suerte de que seas mi mejor amigo.

Raoul no sabe si fue lo que le había dicho el mayor, la manera en la que lo abrazaba fuerte contra él o que llevaba los cuatro años de carrera enamorado de ese chico pero le entraron unas ganas enormes de besarlo.


Y lo hizo, porque de perdidos al río y más perdido que él no había nadie.


Juntó sus labios en un beso estático, sin movimiento, dejándole espacio al mayor por si quería apartarse y echarlo de su cama. Pero no lo hizo, en cambio se pegó más a él y empezó a mover los labios lento, dulce metiendo al bajo en un trance.

Sintiéndose valiente por eso subió la mano a la nuca de su amigo y profundizó el beso explorando su boca como llevaba años queriendo hacer. Se quedaron así, besándose con tranquilidad hasta que el beso fue parando poco a poco dejándolos con las frentes apoyadas y las respiraciones agitadas.

-Vamos a dormir- pidió con voz suave sobre su boca, rozando sus labios enrojecidos.

-Vale- fue lo único que pudo responder sin ser consciente realmente de lo que estaba pasando, su mirada demasiado fija en lo que intuía que era la boca del mayor.


Este lo besó de nuevo, enternecido por lo obvio que se había vuelto el rubio con sus intenciones desde que entró en su cama. No duró mucho más de unos segundos, separándose antes de que volviese a escalar la cosa siendo consciente de que seguían teniendo clase a las 9 de la mañana.

-Buenas noches pollito- le dijo recolocándose para abrazarlo mejor y que durmieran cómodamente.

-Buenas noches Ago- respondió metiendo la cara en su cuello para dormirse por fin. 

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