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Miraba por el balcón de su gran habitación el hermoso Reino que heredó de sus padres ya fallecidos desde que era un niño. No sentía pena de aquella pérdida, sabía que sus padres estarían orgullosos de él sabiendo que había hecho un buen trabajo para ser un buen candidato y el único a ser rey.

El Reino de las lechuzas, así se llamaba el gran paisaje que tenía en exposición ante sus ojos. No era difícil adivinar el por qué se llamaba así, con sólo pasear por el pueblo o los bosques, verías a los plebeyos con sus fieles lechuzas acompañandolos o las lechuzas con sus nidos sobre los hermosos árboles. Eran abundantes y por eso también, muchos aventureros los visitaban para ver si era cierto que aquel Reino tenía Lechuzas por doquier.

- Bokuto- san...

Aquella suave voz interrumpió su momento, no más no se enojó y no debería hacerlo, ya que era su apreciado mayordomo, Akaashi. Él era lo que se debería llamar como un alma gemela, siempre estaba a su lado apoyándolo, dándole hermosos cumplidos queriendo aumentar su autoestima cuando crisis existenciales le llegaban, lo entendia perfectamente y se completaban uno al otro. Los demás empleados decían que eran como uña y mugre, y tenían razón. Siendo amigos desde la infancia, se veía venir que iban a ser inseparables desde ese entonces.

Pero lo único que nadie sabía, ni el propio Akaashi, es que era su verdadero amor. El de cabellos negros y ojos rasgados, serios pero tiernos, era el amor de su vida y si intentaba confesarle sus sentimientos, creía imposible que lo aceptara. No quería arruinar su bellísima amistad con el chico, que tantos años construyeron. No le importaba si era un hombre, era común que dos estuvieran juntos pero...aun así tenía aquel miedo en su pecho.

Acercándose a su mayordomo y fiel amigo, lamentablemente un amigo, tomó una de sus mejillas y se la acarició con tanto cariño que al sentir como este se acostaba en su mano, sintió grandes cosquilleos en su estómago. Akaashi lo iba a matar de ternura. Eso si, era normal entre ellos darse aquellos tactos tan únicos, en su propia burbuja. Ojala fueran más que simples caricias, se dijo asi mismo.

- ¿que ocurre?

- Es hora del desayuno su majestad. - y ahí venía ese nombre que no le gustaba para nada -

- Akaashi... ¿Cuántas veces te he dicho que no me llames asi? - su ceño se frunció, pero volvió a sonreír deslumbrante cuando el contrario se quedó pensando cuantas veces le decía aquello. -

- ¿unas cien veces, Bokuto-san?

- no lo sé, perdi la cuenta, pero te creeré que han sido cien veces que te he dicho que no me llames de esa forma

- lo siento, me criaron para cuidarlo y decirle así...

- no te preocupes, me encanta que me quieras cuidar...

Y ahí venia aquella tensión que hace tanto tiempo se estaba haciendo común entre ellos, donde querían acercarse más de lo debido, mirarse y con sólo una mirada decirse tantas cosas. Pero ahora esa burbuja tan íntima que habían creado fue interrumpida por los leves golpes en la puerta, por lo que tuvieron que separarse y hacer como que eso nunca había pasado.

-... Pase - dijo algo decepcionado, quería un tiempo más estando con Akaashi a solas -

- lo lamento príncipe, pero espero que su mayordomo le haya dicho que el desayuno ya esta listo... Hay panqueques, sus favoritos - la linda chica sonrió leve y para cuando terminó el comunicado, se alejó, dejándolos solos de nuevo -

- bien, ya iré Akaashi, así que no te preocupes.

- esta bien, lo esperaré abajo.

Así, finalmente con una sonrisa en ambos rostros, su amor de toda la vida se fue del cuarto. Suspirando, ya quería llegar al momento en que pudiera confesarle llegara. Amaba tanto a Akaashi y quería alguna manera, reinar junto a él.

🌸

Wujuu... Primer capítulo de estos dos. Es que los amo demasiado y no dude hacerles algo especial. 🥺✨ Además me gustan las historias de reinados, castillos...es perfecto xD.

Un reino junto a ti... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora