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- ¿sabes Kuroo?...

- ¿humm?

- ugh deja de hacer eso...

- ¿que cosa? ¿Esto? - un pequeño beso resonó en esa fina y desnuda espalda de Kenma, siguiendo varios más por lo largo hasta llegar a esa rojiza mejilla que se ocultaba entre los largos cabellos del menor - te encantan, y lo sabes ¿seguro?

- si, si, pero, estoy pensando, no puedo pensar si me distraes de esa forma. No es un juego - al fin pudo conseguir que el pelinegro se separara de su cuerpo, que realmente dolía un montón, pero no iba a dar detalles de ello. Al sentarse y apoyar su espalda en la almohada, juntó sus manos encima de la sabana y finalmente miró a Kuroo, que esperaba algún comentario más.

Suspiró, estaba acomodando sus pensamientos primero y que lo que habían hecho anteriormente no lo hiciera distraerse, porque era muy vergonzoso aunque eran pareja hace... Años. Como sea, al fin pudo ordenarse y al mirar fijamente con seriedad al mayor, habló.

- no creo que Bokuto- San se case realmente con la princesa que vino esta tarde.

- ¿por qué lo dices? Ya viste, dieron la noticia que se casarian y bueno realmente eso es sospechoso...tan sospechoso como el descubrimiento del ácido desoxirribonucleico...

- realmente no entiendo tus cosas científicas Kuroo. Como sea, lo que intento suponer es que es un plan, es planeado que se casen... Tienen intenciones detrás...

- ¿ah si?

- Si, Kuroo. No estoy loco y bueno...Akaashi...

- oh, él...

Una breve pausa se instaló en ellos, recordando al mayordomo enterarse de la noticia. Una falsa sonrisa, falsos ánimos ocultos por su sereno rostro, sin expresión, sin nada más que esos ojos dolidos.

- sé que él oculta sus verdaderos sentimientos Kuroo, y vi esa mirada tan rota al saber de la noticia. Puede que tal vez... Esté enamorado de Bokuto-San

- ¿y crees que Bokuto-san le corresponda?

- no lo sé pero, puedo confirmar que Bokuto al negarse del matrimonio tantos años, me hace pensar que es por Akaashi. Algo debe estar planeando, Bokuto no es capaz de romperle el corazón así como así a Akaashi

- oh cariño, pensé que a ti no te importaban los demás. Sólo eres sociable con tu aprendiz Hinata

- bueno, no tengo opción, es una naranja energética ¿que te puedo decir? - volvió a suspirar, ese chico de cabellos anaranjados lo dejaba bien cansado y era tan torpe, pero le gustaba sus esfuerzos en mejorar con la espada y el trote en caballo. Con esto, volviendo a acostarse, se acurrucó en los fuertes brazos del pelinegro y cerró sus ojos para poder descansar del largo día. Sólo deseaba que Bokuto-San no cometiera el error de dejar a Akaashi así --

~~

Al dia siguiente ya estaban haciendo las preparaciones para el esperado matrimonio del príncipe y la princesa del Sur. La noticia se había propagado como lava de una reciente erupción por todo el Reino y se notaba la felicidad, que hasta las flores florecieron como nunca y los árboles danzaban suavemente de allá hacia acá. Todos los pueblerinos estaban contentos, al fin su rey había puesto los pies sobre la tierra y casarse como todos esperaban, pero, el único infeliz en el lugar era el mayordomo.

Se encontraba en su alcoba, mirando desde su balcón los preparativos en el hermoso jardín donde tantos recuerdos de su niñez le hacían venir a la mente. Donde corría con su príncipe a atrapar saltamontes o ver las lechuzas acurrucarse en sus nidos. Bueno, ya no era su príncipe o en verdad nunca lo fue en realidad. Tenía que dejarlo ir, no abrir su caja donde todos sus sentimientos estaban atrapados, nunca la abriría, jamás. Pasarían años, vería crecer los hijos de Bokuto-San y jamás... Le diría que lo amaba. "Debería estar feliz" se decía así mismo, debía alegrarse por Bokuto-San, que al fin tendría alguien a su lado y que se notaba que eran el uno para el otro. Si fuera como esas historias de amor donde la princesa que casaba con el amor de su vida... Debía ser realista, era la vida real, nunca podría pasar eso. ¿Imaginarse que Bokuto se le confiesa? Ni que tuviera sentimientos por él, era... Imposible.

Dejó que su mirada viajará por todo el jardín, los asientos eran blancos, la alfombra de color crema, flores por todas partes en el arco nupcial...todo se veía tan hermoso. ¿Como sería él si estuviera en el lugar de la princesa? Reluciria un lindo traje blanco... Bokuto se vería bien con un traje gris sin duda, para resaltar sus mechas tan bellas y únicas. La verdad, todo sería grandioso y bailaria el vals con su rey. Y eso hizo. Tomó una de las almohadas de su cama y empezó a bailar imaginandose a Bokuto frente a él, todas las personas mirándolos, toda la atención, pero sobre todo esos ojos enamorados de Bokuto frente a los suyos... Imaginar no costaba nada.

Sin embargo la puerta abrirse le hizo sobresaltarse y arrojó lejos la almohada y actuó como si nada. Le sonrió al rey de roma de sus pensamientos, Bokuto se veía muy bien como siempre. Su rostro se sereno como si nada hubiese pasado o que su tristeza y dolor lo invadiera, no quería preocuparlo.

- Bokuto-San, hola... ¿Nervioso por mañana?

- oh, si, un poco supongo. La princesa me pone de los nervios, es tan inteligente que me siento como un gran idiota

- eres muy inteligente y lo sabes. De seguro te amará con el... Tiempo, si.

- seguro. Pero bueno, vine aquí porque te quería decir algo muy importante...

Sus ojos se agradaron y una calidez inundó su corazón. Acaso... Acaso... ¿Sería una confesión? ¿El momento que tanto había soñado?

- ¿si?...

Sus pies querían saltar, quería sonreír pero se contuvo. Tenía esperanzas de que tal vez... Tal vez...

- ¿que quieres decirme? - se acercó más al contrario, no aguantaba más sus sentimientos que tanto se presionó en no abrir... -

- ¿quieres?...

- quiero...

- ¿ser mi padrino en la boda?

¿Que?

- oh, si... Eso, esta bien. De todos modos soy tu mejor amigo, estaré ahi a tu lado, futuro Rey. Estaré, estaré encantado.

¿Por qué había sido tan idiota?

Su corazón dolía demasiado

Como si se lo apretaran hasta asfixiarlo.

¿Por qué Bokuto-San?

- ¡genial! En serio eres el mejor - abrazó fuertemente al chico con esto y tras despedirse, abandonó la habitación. -

Mientras tanto Akaashi ya no tenía fuerza en sus piernas y sentía caerse hasta que sus rodillas tocarán el suelo, ahí roto como un cristal, no pudo aguantar su llanto que tanto había querido soltar.

Akaashi ya no tenía ninguna oportunidad. Y ahí estaría, viendo el día más especial para su Bokuto...

Un reino junto a ti... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora