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Querido diario, ni siquiera sé por qué he escrito eso, supongo que siempre quise escribirlo como si estuviera en una película romántica o de drama adolescente, sinceramente ahora que lo leo es algo estúpido, pero supongo que todas las historias necesitan comenzar de alguna manera ¿no? Como sea, no importa, dejando mis tontos pensamientos a un lado, esto será una especie de recordatorios o más bien para tener un recuerdo de mi yo joven.
No es un capricho tonto que he tenido de hacer un diario y escribir solo un par de semanas para luego olvidarme, no, siempre hay una razón por la cual hago las cosas, esta vez en concreto es debido a que hace unos días me diagnosticaron amnesia y probablemente en un futuro, cuando sea mayor desarrollaré alzhéimer, es raro que se den casos a edades tan tempranas pero por lo que entendí fue que algo genético se manifestó mucho antes de lo que se esperaban.
Me da miedo olvidar las cosas, a pesar de que ahora no estoy en una etapa avanzada, me gustaría escribir todo lo que me pasa, para tener un recuerdo escrito de todo lo que no pueda recordar algún día. Me aterra pensar en todas esas cosas que no recordaré, todos esos momentos, las caras de las personas a las que amo, mis recuerdos de la niñez...
Me pone tan triste tener que pensar en estas cosas siendo tan solo una adolescente, aunque ya no tanto, la verdad es que el tiempo pasa volando y apuesto a que en un pestañeo estaré en las puertas de la universidad con tremenda angustia por no saber dónde están mis clases o no llegar a tiempo a un examen importante, solo de pensarlo hace que se me revuelva el estómago, pero por el momento no debo preocuparme por eso, tiempo al tiempo.
Ya fueron demasiadas divagaciones por el día de hoy, ¡espero que me leas yo del futuro! O a cualquiera que quiera leer mis tontos pensamientos, siempre que yo le deje, más te vale no estar leyendo esto sin permiso, si lo haces te encontraré y te maldeciré desde el más allá una vez que muera.
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Sus dedos rozaron el papel, sintiendo un cosquilleo sobre la yema de estos, el pequeño libro negro lucía bastante usado, algo maltratado por el pasar de los años, aunque esto no le quitó su esencia en lo más mínimo.
Una sonrisa triste se plantó en su cara, recordando la primera vez que leyó aquel diario, todo fue sin querer, por un error, pero ahora mismo sólo podía estar más que agradecido por haber cometido aquel error y leer algo que no era suyo, recordando haberse reído por la última parte escrita mientras estaba en mitad de una clase, siendo regañado por su maestro.
Osamu estaba haciendo algo de limpieza en su casa cuando el pequeño libro cayó desde lo alto de uno de sus estantes, chocando directamente en su cabeza, como si fuera un golpe de martillo hacia su mente. Sus ojos se abrieron al máximo al recordar el olvidado libro, golpeándose mentalmente al no haber pensado en el, fue algo tan importante ¿Cómo es que pudo olvidarlo? Toda la presión y los sentimientos lo estaban sobrecargando estas semanas, fue normal que su mente necesitara deshacerse de algo de carga, sobre todo si hablamos de sus sentimientos.
Dejó escapar un suspiro silencioso, cerrando el libro, trazando pequeños círculos con su pulgar en la tapa dura, mirando a un punto fijo con la mirada perdida en el espacio, dejando que todo el peso de la angustia se deslizase nuevamente a su pecho, dándole una sensación de asfixia momentánea. Necesitó nivelar su respiración de nuevo, pasando los nudillos por sus ojos para evitar que las lágrimas que amenazaban con escapar de sus lacrimales salieran disparadas.
─Te extraño... te extraño, por favor, vuelve...
No tardó mucho más en romperse anímicamente, dejando que sus emociones salieran en forma de sollozos ahogados que cada vez se hacían más ruidosos debido al dolor palpitante en su interior. Tomando la almohada de su cama de manera desesperada, la colocó entre sus piernas, agachando la cabeza lo suficiente como para morderla y así acallar su agonía.
Esa misma noche, como una de muchas otras lloró, lloró como un bebé recién nacido, lloró como un niño al que le separan de su madre, lloró como cuando pierdes a un ser querido, lloró y lloró hasta que las lágrimas ya no salían de sus ojos y el sueño le dejó descansar por una vez en paz, esa misma noche Osamu pudo aligerar la carga que su corazón estuvo soportando.
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