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He aprendido la lección, no volver a llevar diarios o cosas importantes al instituto o a cualquier otro lugar donde pueda perderlos por mi falta de atención. He estado esquivando por los pasillos a Osamu de la vergüenza que me causaba tan solo pensar que había leído muchas de las estupideces que escribo, sobre todo sobre su hermano.
Aunque, no fue tan malo como pensé cuando tuve que enfrentarme a él debido que a por ir mirando al suelo con la esperanza de aplicar la táctica "si no lo miro no me ve" choqué directamente contra él. A día de hoy sigo pensando que lo hizo a propósito para que pudiéramos hablar porque el maldito pasillo estaba completamente vacío.
Realmente agradezco que a pesar de ser una de las personas sobre las que he escrito, fuese él quien leyera algunas partes, no fue tan hijo de puta como para hacer públicos mis pensamientos y estoy más que en deuda por esa mera acción. Además, ¡a día de hoy puedo considerarlo un amigo!
Al principio fue un poco incómodo ya que se notaba que ambos queríamos comenzar a relacionarnos más pero no teníamos mucho de que hablar, hasta que la comida llenó nuestras bocas, de manera figurada claro, podemos pasar todo el día hablando de gastronomía sin aburrirnos ni un mínimo. También conseguí probar su comida casera, dios, es lo más bueno que alguna vez haya probado.
Cada día pienso que es mi alma gemela, no tengo pruebas pero tampoco dudas, a él le encanta cocinar y a mi devorar como una hiena ¿qué dúo podría competir con nosotros? Si me pongo cursi podría llegar a imaginarlo como mi esposo, cocinando mientras regreso cansada del trabajo, recibiéndome con un bes-
Alto ahí, no seguiré escribiendo un maldito fanfic con mi amigo, no sabiendo que las confianzas dan asco, no creas que no te he visto intentar robar el diario cuando estaba distraída, Osamu, te tengo en el punto de mira, te advierto que como sigas leyendo esto sufrirás las consecuencias ¡te quedarás sin tu mejor catadora!
Advertido quedas guapete.
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─¿Sufrir las consecuencias?
Susurró para sí mismo, dejando que una risa amarga se deslizase a través de sus labios, desde luego que empezaría a pensar que estaba recibiendo un castigo por estar aquí, releyendo las páginas que alguna vez escribiste.
Haciendo una mueca ante los pensamientos intrusivos que comenzaron a inundar su podrida mente dejó el libro sobre su mesita de noche, frotándose los ojos que cada vez perdían más el brillo característico de la vida.
El agotamiento mental de Osamu era como aquella tortura medieval de la gota, solo podía mirar mientras poco a poco te escapabas de él, sufriendo en silencio la pérdida de un ser querido, tal vez incluso peor que la muerte misma. Solo podía estar sentado esperando su muerte en tu memoria poco a poco, drenando tus recuerdos gota a gota, distorsionando cada vez más la imagen de dos adolescentes hablando de aficiones entre risas.
Ahogó un grito en su almohada, colapsando lentamente debido al poco descanso que su cuerpo y mente tenían, estaba tan agotado, cansado de toda esta mierda, cerró los ojos tratando de tener un buen sueño, pero no podría hacerlo si su estúpida mente no parara de arrepentirse de cosas sobre las que no tenía control.
Si seguía así comenzaría a enloquecer más.
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