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Pateabas constantemente el suelo, sentada en la silla apretando fuertemente el lápiz, si seguías aplicando fuerza estabas segura de que el lápiz llegaría a romperse por la mitad. Era última hora y no te habías dado cuenta hasta ahora que te faltaba algo, algo importante. Tu diario había desaparecido, más bien lo habrías dejado en algún lado y se te había olvidado recogerlo, solo querías golpearte la cabeza contra una pared, ¿por qué tuviste que llevarte el diario a la escuela?
Cuando sonó el timbre de salida recogiste todo de manera rápida, pero no te sirvió de mucho ya que tuviste que parar a pensar unos buenos cinco minutos para recordar donde habías dejado tu diario o el último lugar donde lo usaste.
¡El gimnasio!
¿Por qué dejarías allí el libro? Dios sabe, seguramente inventaste una excusa para no hacer educación física y te pusiste a escribir para pasar el rato, seguro que lo dejaste por un momento y lo olvidaste por completo cuando el profesor te pidió algo de ayuda para repartir el material de la actividad de hoy.
Sin tiempo que perder corriste hasta el sitio, asomaste la cabeza por la puerta, al parecer no había nadie lo que hizo que suspiraras de alivio, aún así caminaste silenciosamente hacia los banquillos, donde habías estado sentada. Te pusiste nerviosa al ver que tu diario no estaba por ninguna parte, estabas tan metida en tus pensamientos que no te diste cuenta de que todo el equipo de vóley salió de los baños, cambiados para su práctica.
Saltaste asustada cuando una mano se posó sobre tu hombro, toda tu cara se sonrojó al tener en frente a Osamu, intentaste disimular tus nervios mirando a cualquier lado que no fueran sus ojos.
─¿Esto es tuyo?
Tendió el pequeño libro negro, relajándote considerablemente al verlo, la mayoría de los nervios se habían ido, pero aún tenías al chico justo delante de ti así que no apartaste la mirada de tu diario ni por un segundo.
─Sí, g-gracias.
Se lo arrebataste después de hacer una rápida reverencia saliste de allí corriendo, a mitad de carrera te paraste cayendo en cuenta de un pequeño detalle que no se te había cruzado por esa olvidadiza mente tuya ¿él lo leyó? De todas las personas en el jodido instituto tenía que ser él.
Llegaste a casa cansada por la carrera, te tiraste a la cama ahogando un grito contra la almohada, mientras golpeabas constantemente un par de cojines intentando que tu irritación se dispersara. Cuando te cansaste miraste el pequeño libro encima de la mesa, no muy decidida lo abriste, pasando las primeras páginas hasta la última, nada parecía haber sido modificado, aunque esto no te dijo si lo habría leído o no, no hasta que pasaste a la última hoja, leyendo una pequeña nota que claramente no era tuya debido al tipo de letra escrita en la página, en ese momento sentiste que ibas a vomitar tu corazón. Lo había leído.
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Hola, supongo que yo tampoco supe de tu existencia hasta que casi te paso por encima, supongo que no eres la única despistada aquí. Pero, si tanto te gusta la comida ¿por qué no me buscas un día y pruebas la mía? Necesito gente para que me dé su opinión :)
Pd: no le contaré a nadie sobre tus problemas ni sobre tu diario, puedes quedarte tranquila, siento haberlo leído pero necesita saber qué era y de quién.
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