Los García cargan con una maldición y esa es son una par de chicos muy propensos a meterse en problemas.
Problemas que se vuelven interesantes y divertidas aventuras después.
Pero no será hasta que lleguen a Bulder, Colorado y conozcan a los cuatril...
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CAPÍTULO CERO
PILOTO
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La camioneta gris se mantenía en una discusión por parte de la familia García para saber quién tuvo la culpa de que la abuela Yocasta los haya demandado y posteriormente echado de su casa para siempre luego del espectáculo que hicieron en la comida familiar de hoy.
Los hermanos García llenos de mantequilla, con la ropa desgarrada y el cabello hecho nudos con plumas de paloma entre los mismos era lo que les hacía discutir sobre el responsable principal al respecto de todo esto mientras que sus padres lo hacían para saber quién de los dos había educado tan mal a sus hijos.
—¡Ya basta! —gritó Jessica, la madre de la familia, excelente consejera y muy buena haciendo que sus hijos dejen de pelear mostrando un poco más de autoridad y mano dura que su marido.
—¡Max fue quien tiró la mantequilla! —alegó Giselle que era la más chica solo por seis segundos y tenía una fascinación por la gimnasia.
—¡Pero Giselle la compró! —se defendió Max, el hijo mayor solo por seis segundos antes de Giselle.
—¡Oh, pero si tú fuiste el que trajo las plumas de paloma! —le gritó de vuelta su gemela sacando las plumas de su cabello enredado para ponerlo de muestra.
—¡Dije basta! —reprendió la mamá mirándolos desde el asiento del copiloto mientras les apuntaba con el dedo.
Ambos chicos guardaron silencio y se cruzaron de brazos en sus asientos.
—No importa de quién fue la culpa, está vez cruzaron la línea niños —intervino Adrián que era el padre y la cabeza de la familia. A diferencia de su esposa, él mantenía la compostura lo más posible y evitaba gritarles a los niños.
—No fue nuestra intención —respondió Giselle que era la que siempre daba la cara y hablaba con sus padres cuando los regañaban porque ella podía pensar rápido en un buen argumento a su favor—. Solo fuimos víctimas de las circunstancias.
—Es verdad —apoyó Max a su gemela.
—Circunstancias o no, ustedes están castigados todo el mes.
—Pero mamá…
—¡Pero nada! —interrumpió ella con molestia—. No puedo creer que solo llegamos ayer y ustedes ya crearon problemas —se quejó refiriéndose a la mudanza que recientemente habían hecho a uno de los suburbios de Boulder, Colorado en Estados Unidos precisamente para estar cerca de la abuela Yocasta—. Y en todo el castigo estarán desempacando cosas y limpiando la nueva casa.
