[Especial Cumpleaños de Nily #01]

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Una tarde como cualquiera, en la casa número 77 de la calle de Hartington Road. Era más de medio día en un fin de semana tan común y corriente. A sus alrededores los vecinos vivían sus días normales de sábado tan casualmente, aunque el frío del otoño hiciera caer las hojas anaranjadas de los arboles y las nubes de lluvia amenizarán con vaciarse en esos momentos. Dentro de la casa estaba Annily, leyendo un libro de cuentos de la escuela junto a la elfina doméstica que había tomado los trabajos de niñera. Maggett o Maggy, que era como Annily solía llamarla de cariño, solo estaba al pendiente que la niña terminara con la lectura obligatoria que le dictaba la escuela primaria. Había empezado a cursar el primer año hace apenas un mes, en una escuela primaria de la zona que estaba a tan sólo unas calles de la residencia.

—¿Como se lee esto? —pregunto Annily después de que la palabra extraña y larga le hubiera detenido en su lectura.

—No lo se, señorita Annily —respondió la elfina con pena— soy una elfina doméstica, no se leer. Pero el profesor Snape dijo que las palabras que la señorita Annily no entienda deben ser subrayadas con el lápiz de color extraño, y el se las explicaría después.

—Bueno —dijo Annily sin más. Se levantó de la silla del escritorio de su cuarto y fue a buscar el lápiz de color extraño del que Magget había hablado: un marca texto de color amarillo fluorescente.

Subrayó la palabra y otras más que con el paso de la lectura tampoco supo cómo leer. Cuando termino el cuento, podía ir a jugar un rato antes de que su padre llegara y la ayudara con la tarea de matemáticas. Como no podía ir al parque del frente, y no quería arriesgar a que vieran a la elfina doméstica en el patio trasero (Pues su padre se lo había dejado muy en claro), decidió quedarse adentro y jugar a la hora del té con las pocas muñequitas de trapo que tenía. Por suerte, podía hacer que Maggy accionara por ellas. Cuando dieron las tres con 15, en la sala de estar se escuchó el estruendo del fuego de la chimenea lo que significaba una sola cosa: Su padre había llegado a casa.

Annily dejó las muñecas en el suelo rápidamente, y con emoción fue a recibir a su padre, que efectivamente estaba en el medio de la sala sacudiendo los restos de hollín.

—¡Llegaste! —decía Annily con emoción, feliz de verlo de nuevo mientras se acercaba rápidamente a darle un abrazo, sin que esté se lo devolviera. Solo le dio dos leves palmadas de la cabeza, esperando el momento en el que su hija lo liberase de aquel abrazo.

—Espero que hayas leído, porque te preguntaré —fue lo único que pronunció, y se dirigió a su despacho a dejar unas cuantas cosas.

—Si lo hice —dijo Annily alegremente, dando saltitos mientras lo seguía— Me leí la lectura completa. Pero habían palabras extrañas que no supe que eran.

—¿Que palabras?

—No lo se, eran palabras extrañas —respondió Annily con inocencia, con una expresión de no entender.

—Trae el libro —le ordenó Snape, haciendo un espacio en su escritorio y sentándose en la silla tras el.

—Está bien —Annily alegremente subió a su habitación y buscó el libro de texto de la escuela. Busco la página donde está la lectura y así Snape pudo ver todas las palabras que Annily había subrayado con el marca texto (Incluso en sus manitas habían manchas de aquella especie de plumón Muggle).

El cuento se llamaba El tigre que llegó a tomar el té de Judith Kerr, un pequeño cuento inglés que solían siempre poner en las lecturas de la escuela. Snape tomó el libro, y comenzó a leerlo en voz alta para que Annily pudiera escucharlo, y de paso saber cómo se leían las susodichas palabras.

The Half Blood Princess (El Calíz de Fuego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora