9 - Los jadeos que se escapan de tu garganta

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Tus jadeos hacían eco en tu habitación y no me cansaba de escucharlos.

Sobre todo porque yo era el causante de que no pudieras contener tu voz.

Era mi placer verte disfrutar de mis caricias, mis besos, mi cuerpo.

~

Aquella tarde, la tormenta que se acercaba con prisa no era muy buena señal.

Pero no tenía idea de cuánto me equivocaba.

Me vestí lo más elegante que pude y me dirigí a tu habitación. Saldríamos a cenar para festejar mi cumpleaños. Aunque no quería que gastaras por mí, no podía decirle que no a tu preciosa sonrisa.

Pero en el camino hacia tu edificio, la tormenta se hizo presente y la lluvia comenzó a caer con demasiada fuerza.

Corrí como pude y me mojé lo menos posible, pero aún así estaba empapado.

Toqué a tu puerta, casi temblando por el frío. Cuando abriste, me entregaste una toalla, estabas completamente preparado.

—No tenías que venir si llovía.

—Empezó poco antes de llegar aquí. Y hubiese venido a verte de igual manera.

Agradecía haber olvidado una sudadera en tu habitación. Me deshice de mi camisa mojada y me abrigué.

Me preparaste un delicioso café caliente y comenzaste a secarme el cabello.

Las caricias y el calor me adormecían. Y los truenos y las gotas de agua golpeando contra la ventana hacían ideal el ambiente para descansar abrazado a ti.

Pero cuando la secadora de pelo se detuvo, tus caricias en mi piel parecían tener otra intención.

Comenzaste a besar mi cuello y me fue imposible contener mis suspiros.

Después de aquella noche en el antro, nuestros besos habían sido más castos o nos deteníamos antes de llegar más allá.

Moría de ganas, pero no estaba seguro si tú también querías o si estabas listo.

Pero ahora no era necesario contener mis deseos.

Me giré hacia ti para besarte. Amaba saborear tus labios.

Con delicadeza te recosté sobre la cama y simplemente me dejaste hacer.

Me aparté de tus labios y me dediqué a besar ese cuello tan sexy que tienes. Cada parte de ti me vuelve loco y no tienes idea de cuánto.

Escuchar tus jadeos y cómo intentabas contener la voz provocaba escalofríos en cada parte de mi cuerpo.

¿Cómo puedes volverme tan loco?

A medida que desprendía un botón de tu camisa, mis labios besaban cada parte de piel descubierta. Tan suave y caliente, y con ese delicioso perfume que me encantaba.

Me deshice de tu camisa por completo y mientras besaba tu abdomen, acaricié el resto de tu torso, sintiendo tus temblores provocados por mis toques.

Dirigí mis manos hacia tu pantalón pero me detuviste. Creí que había hecho algo mal, que había ido muy rápido. Pero la lujuria en tu mirada me indicaba que tu intención no era detenernos.

—Este era mi regalo para ti, así que déjame tomar el control.

Me empujaste con delicadeza para alejarme de ti. Apoyé mi espalda contra la pared y con una mirada seductora te acomodaste a horcajadas sobre mí.

Mi Tentación (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora