He's in the Rain ~• Jicheol

~1~

Los días pasaban rápido y las horas lentas dentro de su rota mente, de apoco junto a las manecillas del reloj todo concepto de tiempo se fue distorsionando hasta el punto en que con suerte podía en ese minuto entender que se cumplían cinco meses.

Cinco largos y dolorosos meses desde que su hermano le pidió que lo acompañara a ese lago donde el ahora mismo ahogaba sus penas, cinco meses, cinco meses desde que la lluvia los empapó mientras jugaban y reían sin parar recordando su lejana niñez arrebatada por deberes y responsabilidades, cinco meses desde que su pequeño hermano se despidió de el con una sonrisa alegre y palabras cariñosas para a la mañana siguiente no despertar.

Miró fijamente el agua de aquel decorativo lago, aquella turbia agua que salpicaba en su cuello gracias a las gruesas gotas de lluvia, rondaban las una de la mañana si mal no calculaba, sabía que para cualquier persona con dos dedos de frente sería un peligro estar a esa altura de la noche en aquel solitario parque, pero a él lo aliviaba, a esa hora de la mañana nadie estaba por el alrededor alimentando a los patos o paseando a sus mascotas, nadie estaba ahí para verlo llorar mientras recordaba con dolor a su hermano despedirse tan cariñosamente como podía.

Las palabras que salieron de su boca aquel día decían que mañana volverían a encontrarse como siempre lo hacían a la salida del pasillo en casa de sus padres, pero Chan sabía que no sería así, él sabía que aquella rutina se iba a romper de un momento a otro.

Chan se estaba despidiendo para siempre, para no volver a jugar con él bajo la lluvia de verano.

Fue un golpe duro para todos, encontrar el cuerpo de su hermano sin vida en la cama junto a una carta escrita a mano, carta en la cual se despedía sabiendo que su enfermedad no tenía ni tendría nunca cura.

Como era de esperarse su familia y cercanos se sumieron en la tristeza, habían estado luchando con eso desde que su hermanito nació, con aquella enfermedad que muchos médicos catalogaban como extraña, todos en la familia se habían cegado con la idea de que el menor podía vivir a base de medicamentos y aunque a todos le costara creer, el menor de su pequeña familia fue el único que entendió la verdad, fue su pequeño Dino quien entendió que una vida con dolor y medicamentos no era una vida.

Se recordaba a él en el funeral aguantando las lágrimas y apretando los puños de su traje negro a medida a unos metros del ataúd, escuchando lo que su hermano había escrito en aquel papel recitado por sus padres, escuchando como su mundo se venía abajo, sollozos de pena retumbaron por el lugar donde enterraban a Chan cuando la carta termino con un "Los cuidare a todos", aunque lo intentó no pudo resistir aquellos sentimientos tan fuertes que le comían infernalmente su cabeza y pecho, sus lágrimas se desataron y corrió como pudo al ataúd regañando al cadáver de su hermano entre lágrimas y gritos por ser un cobarde, por no poder seguir con los medicamentos, por no poder seguir a su lado un tiempo más, por dejarlo solo.

Estaba enojado con el hecho de que Chan hubiera tirado la toalla, de que decidiera renunciar a su vida tan fácil, pero bien sabia el, por su misma familia, cuan fácil era opinar estando al otro lado del muro, sin sentir lo que sentía su hermano, sin batallar día a día para vivir.

Lo entendía en cierto modo, entendía que encontrara la paz descansando eternamente, pero aun así no quería perderlo, aunque no lo demostraba siempre, aunque no fuera lo suficientemente expresivo con las personas, aunque no supiera exteriorizar sus sentimientos, él amaba a ese pequeño bailarín, lo quería demasiado y ahora que sabía que no lo vería nunca más la pena lo consumía a pasos agigantados, toda la familia sufrió la pérdida, más aún sus padres pues Chan era su hijo preferido, pero luego de esos cinco meses todos parecían haber pasado página, haberlo olvidado, todos parecían estar perfectos menos él.