Odio Que Seas De él - Chanbaek

I

[☆]

—Baek, Baek... ¿Dónde estás?

Silencio.

-Baekhyun ... ¿estás ahí?

-Pasa, Luhan -sonó suave la voz armoniosa-. Estoy en mi cuarto.

Se oyeron pasos a través del pasillo y en seguida la gentil figura, recostándose en el umbral de la puerta.

-Baek -le exclamó alarmado-. ¿Qué haces? Pero... -ya estaba junto a la cama, al pie del cual el llamado Baekhyun disponía la maleta-. ¿Adónde vas?

-A Gangwon.

-¿Cómo?

-Sí, me voy.

-¡Oh, oh...! No comprendo. No, no acabo de comprender. ¿Por qué, Baek? Ayer por la tarde, cuando salimos de la oficina, no sabías nada. No me dijiste nada. ¿O es qué te lo has callado para no herirme?

Baekhyun no cesaba de ir de un lado a otro. Al fondo de la alcoba había un armario y de éste y sus cajones, iba extrayendo ropa y objetos. Apenas si quedaba ya algo de su propiedad en el tocador y la mesita de noche.

-Baek... ¿no vas a decirme por qué?

-No tengo inconveniente -apuntó, doblando un camisa azul marino y metiéndolo sobre la demás ropa-. Me voy a Gamgwon y no sé cuándo volveré a Seul. Tal vez nunca, o tal vez pasado mañana. Tomaré el tren de esta noche y espero tomar posesión de mi nuevo empleo mañana mismo.

-Oh... pero entonces... ¿te vas de veras? ¿Y qué haré yo aquí, Baek?

Éste cerró la maleta y consultó el reloj. Después, sin decir nada, se dejó caer en el borde de la cama, mientras Luhan, con la boca abierta, lo hacía en una silla frente a él.

-¿Tienes un cigarrillo? -preguntó Baekhyun al rato-. Los he terminado y no pienso bajar hasta la hora de irme a la estación.

Luhan, mudamente, como un ser atónito que no comprende nada, extrajo la pitillera de su bolsillo y le dio un cigarrillo a su amigo. Este fumó aprisa, muy aprisa.

Era un joven de estatura más bien corriente. Frágil de aspecto, pero con una distinción nada común. Tenía el cabello castaño, había en la hondura de sus ojos cafés una sombra de melancolía, y en el cuadro de su boca, de suaves labios húmedos, la mueca de una tibia sonrisa que se esbozaba tan sólo.

Los ojos de Luhan fueron, desde el maletín a la maleta, y el bolso y el cuerpo de su amigo vestido para el viaje.

-No lo comprendo -dijo-. No soy capaz. Aquí tenías una buena colocación. En esta casa nos salía la vida económica. Tenemos aquí nuestros amigos y nos divertíamos alguna vez, y no estamos solos, porque nos acompañamos el uno al otro ¿Por qué, Baek?

Éste hizo una pregunta que a Luhan le resultó desconcertante.

-¿Cuándo te casas, Luhan?

-¿Cómo?

-Eso... ¿Cuándo te casas?

-Aproximadamente sea en navidad.

-Sí, lo sé. Y yo me quedaré solo aquí, en el cuarto de esta casa. Nunca tuve un hogar, Luhan, tú bien lo sabes. Soy enfermero titulado y jamás pude conseguir un empleo a mi gusto. Tengo veintiún años y carezco de parientes. Sólo te tengo a ti, y tú te casas.

-Baek... no te comprendo aún.

-El señor Choi me buscó un empleo en Gangwon. En una casa particular. ¿Has oído alguna vez hablar de míster Park JiWoo?