The X-Men.

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Cuando me di cuenta de lo que en verdad pasaba, me separé rápidamente de Christopher y le tiré una cachetada.

-No vuelvas a hacer eso-susurré enojada para que su hermana no escuchara mientras que con una mano me limpiaba los labios y con la otra lo señalaba acusatoriamente-. Tal vez haya aceptado hacerme pasar por tu novia, pero eso no significa que intentes besarme cada vez que se te de la gana-lo empujé y cayó en la cama sorprendido, aproveché y salí de la habitación dando un portazo.

Cuando estuve a punto de mandar todo a la mierda, el timbre volvió a sonar. Bajé rápidamente las escaleras.

- ¿Qué?-grité cuando abrí.

El repartidor que se encontraba en la puerta me miró asustado.- ¿Dallas Hamilton?

-Soy yo-dije en un tono más relajado.

-Ha llegado un paquete para usted, firme aquí-me pasó un folder con una hoja y un lapicero, firmé y se lo entregué.

-Gracias-dije cuando me entregó el paquete y se fue.

Me quedé en la entrada, sola, mirando un paquete sin remitente y que no esperaba. Lentamente lo abrí y una pequeña nota cayó al suelo. La recogí y no pude reconocer la hermosa caligrafía.

“Mi adorada, Dallas,

Puede que tal vez ya te hayas olvidado de mí, pero quiero que sepas que yo no te he olvidado y puede que nunca llegue a hacerlo.

En esta pequeña caja quiero hacerte llegar un pequeño, pero significativo regalo para que sepas cuanto te quiero.

Poco a poco te irás enterando de quién soy, en las siguientes cartas te daré pequeñas pistas para que vayas adivinando, pero no te emociones mucho, esto vendrá poco a poco.

Con cariño,

X.”

Parece que el chico de las bromas ha vuelto y tal vez no sea fácil hacer que se vaya.

Estaba sacando una pequeña caja del paquete cuando escuché los pasos de alguien bajar la escalera. Ingresé rápidamente a la casa y cerré la puerta.

-Hola-me saludó Stephanie.

-Hola-sonreí débilmente.

-¿En serio eres la novia de mi hermano?-preguntó con cara de asco.

Reí por la expresión de su rostro.-Es un buen chico.

-¡Es un pervertido! Me sorprende que aún no te haya violado en el momento que entraron a su habitación-dijo entre risas.

-No te preocupes, sé como cuidarme de los chicos como él-le guiñé un ojo y nos reímos juntas, esta chica me agradaba y mucho.

Dejé el libro que acababa de terminar encima de mi mesa de noche y me levanté suspirando, ese no era el final que esperaba, la muerte de Augustus me tomó por sorpresa y no me podía recuperar aún.

Me levanté y caminé con la cabeza gacha hasta el baño mientras pequeñas lágrimas caían por mis mejillas. Prendí la luz, pero no levanté la mirada, no quería ver mi reflejo en el espejo, me daba miedo hacerlo. Desde hace ya algunos días, el reflejo de Em se hacía presente cada vez que miraba mi reflejo en algún espejo, me perseguía su recuerdo y poco a poco su recuerdo me iba invadiendo.

-¡Preciosa!-sentí que me llamaban desde afuera, me sequé el rostro y me acerqué a la ventana.

Me apoyé en el marco y busqué con la mirada hasta que encontré a John en su ventana.

- ¿Qué quieres John?

-Amor, no te enojes-hizo un puchero.

-No soy tu amor, así que deja de molestarme-me crucé de brazos, pero luego me arrepentí de hacerlo, ya que hacía que mis boobies se vieran más grandes y él no paraba de mirarlas-. Por si no lo sabes, yo tengo novio y soy muy feliz-cuando lo terminé de decir, la puerta mi habitación se abrió e hizo que me girara rápidamente.

-Dalls, vamos a ir a comprar helado ¿Quieres ir con nosotros?

-Steph, sorry, pero tengo que terminar mi tarea para mañana-hice un puchero y cuando vi en sus ojos un brillo de tristeza quise decirle que haría lo que ella quisiera, pero me contuve-. Mañana haremos todo lo que quieras ¿Sí?-sonrió victoriosa y se fue.

-¿Ella quién es? Es linda-sonrió con notable perversidad.

-Ni se te ocurra-lo miré amenazante-, ella es la hermana menor de Chris.

-¿Ella es tu sexy cuñada? Presen…-lo interrumpí.

-Jamás-dije y cerré la ventana dejándolo con la palabra en la boca.

Me acerqué a mi cama y pasé una rápida mirada por toda mi habitación hasta que una pequeña caja sobre el escritorio captó mi mirada. Me había olvidado de la caja y de “X”, cuando me encontré a Steph la tuve que ocultar, no quería que la viera y me empezara a preguntar.

La tomé con mis manos y poco a poco la fui abriendo y cuando la hube abierto completamente, tuve que peñiscarme y tirarme cachetadas para ver si no estaba soñando. Cuando sentí el dolor, me di cuenta de que sí estaba despierta y que lo que estaba en la caja si era un libro original de Jane Austen, “Orgullo y prejuicio” es mi libro favorito y pocos lo saben.

-¡Nunca me dejas hacer nada!

Unos fuertes gritos en francés me hicieron sobresaltar. Me levanté despacio de mi cama y caminé descalza hasta pegar una oreja en la puerta, los gritos provenían de abajo.

-¡Stephanie, ven en este instante y no te comportes como una niña!-nunca había escuchado a Chris tan molesto, eso me asustó un poco.

-Yo puedo hacer con mi vida lo que quiera-los gritos de Steph al igual que unas fuertes pisadas se escuchaban más cerca-. No me puedes prohibir nada, yo ya soy grande-y luego vino un azote a la puerta que me hizo estremecer.

Un poco asustada me alejé de la puerta y la abrí lentamente esperando no encontrar a nadie en el pasillo, suspiré aliviada cuando así fue.

Se escuchaban unos murmullos en el piso de abajo y supuse que eran de Christopher que hablaba solo. Cuando iba bajando las escaleras sin hacer ningún ruido, su voz se escuchaba más clara y podía entender lo que decía.

-Niña malcriada ¿Quién se ha creído para hablarme así? Estúpida, uno la quiere proteger y ella viene con sus bobadas. Hija de pu…-no lo dejé terminar.

-Creo que no deberías hablar así de tu hermana y mucho menos de tu mamá-mi comentario lo hizo saltar y giró lentamente para verme con los ojos muy abiertos y una mano en el pecho.

-Me haz asustado-respiró agitadamente-. No sabía que hablabas francés.

Sonreí débilmente.-Nunca me lo preguntaste-me encogí de hombros-. Mi padre viaja mucho y cuando yo era pequeña siempre lo acompañaba a sus conciertos-intenté explicar-. He estudiado idiomas desde que tenía 6.

-¿Te hemos despertado?-negué lentamente-. Me gusta tu pijama-me regaló una sonrisa ladeada y me sentía morir, creo que más roja no me pude haber puesto cuando bajé la mirada y vi que llevaba puesto mis pantuflas de ovejita y un polo grande color gris que me llegaba hasta un poco más arriba de medio muslo-. Te ves hermosa-se fue acercando más a mi y no sé en qué momento llegó a poner sus manos a mi cintura y me acercó más a él, jadeé por la fuerza que ejerció en mi-. Tengo muchas ganas de besarte en este momento-abrí mucho los ojos y quise alejarme de él, pero mi cuerpo no me respondía, creo que el también quería ese beso.

Poco a poco nos íbamos acercando más, ya sentía sus labios rozando los míos cuando de pronto el timbre lo hizo soltar un gruñido y alejarse de mí.

Nunca había amado tanto el sonido de mi timbre.

¿Por qué no me alejé de él? ¿Por qué no impedía el beso? ¿Acaso yo también lo deseaba? ¿Qué me está pasando?

Ni puta ni santa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora