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El aire fresco de la mañana hacia que mi cabello lacio se posara levemente sobre mi cara, se podía notar perfectamente la humedad del lugar, por que el cabello rizado de mi padre se veía más voluminoso de lo normal, eso hizo que sonriera levemente. Al mirar por la ventana, me fije en el agua cristalina que se situaba a pocos metros de nosotros, bastantes barcos rodeaban todo el agua, y así era como exactamente lo recordaba.

Outer Banks, el lugar donde había pasado mi infancia, y dónde básicamente había vivido por al menos cinco o seis años. Seguía casi igual, casi por que no todo seguía igual, al fin y al cabo el tiempo pasa rápido.

Pude divisar la casa de mi abuela, eso significa que habíamos llegado. La casa de mi abuela seguía igual, igual de acogedora y blanca.

Mi abuela, Liz, había vivido aquí toda su vida, hasta que falleció, hace un par de años. Recordarla hace que mi corazón se haga un nudo, la sigo echando de menos, por mucho tiempo que pase, siempre la recordaré, sentada en el jardín leyendo aquella revista que tanto le gustaba y me pedía que fuese a comprar a la tienda de aquí cerca, cada jueves.

Sonrío inconscientemente, por que su sonrisa viene a mi mente también y con ella sus palabras sabias de siempre "Elige siempre el camino que tu creas que vayas a disfrutar más, no el correcto, rubita, recuerda que lo importante es divertirse en el trayecto, no llegar a la meta sin haber aprendido una moraleja" a pesar de ser tan pequeña, siempre me quedaba con sus consejos, por si alguna vez tenía que recordarlos y ponerlos en práctica, y exactamente es eso lo que he estado haciendo los próximos once años.

Bri, ya hemos llegado. —Anuncia mi madre mirándome con su mirada azul, y dándome esa sonrisa que siempre me tranquiliza.

Asiento y después de que mi padre aparque, salgo del coche.

Observo la casa, sigue igual.

Es una casa ni muy grande ni muy pequeña, tiene un porche y tres habitaciones. Por fuera es totalmente blanca, y me sorprende ver que la pintura no está demasiado amarillenta ni nada por el estilo, sigue igual de reluciente. La carecteriza lo mismo que todas las casas de aquí, el pequeño jardín da al agua que está justo detrás de ésta. Tenemos un pequeño barco, que tiene demasiados años diría yo, era de mi abuela cuando era una adolescente. Lo soliamos usar en verano sobre todo.
La casa está situada en la zona pogue, básicamente por que no somos ricos como para ser parte de los Kook, aunque tampoco nos consideramos pobres, como algunos que viven por aquí. Hemos tenido nuestras subidas y bajadas económicas, aunque es cierto que últimamente hemos estado atravesando una de esas repentinas bajadas. Hemos llegado a ser de la sociedad baja, demasiado baja, alguna que otra vez, pero siempre hemos conseguido volver a subir, y la verdad es que me siento muy agradecida por ello, por que sobre todo, mis padres siempre se han esforzado en darnos todo lo que han podido, a mi y a mi hermano.

Mi hermano Sean, es otra historia, nunca me gusta hablar de él, por que me duele pensar en él. Mis padres tampoco hablan de él. Y creo que es mejor para todos no hacerlo.

sigue igual ¿verdad cariño? —Dice mi madre al ver lo asombrada que me quedo al ver la casa.
Sí, sigue exactamente igual.

Sí, está preciosa mamá. —Sonrío y ella me da un beso en la frente.

Me alegro de que estés tan feliz, vamos a meter las cajas dentro, tu padre no va a poder solo —Asiento, y sin discutir agarro una de las cajas del maletero.

Mi padre abre la puerta de la casa y de nuevo, esa sonrisa estúpida aparece en mi rostro. La casa sigue totalmente igual, y gracias a que algunos de mis tíos venían de vez en cuando a ver si todo iba bien, la casa está también bastante limpia. Dejo la caja en la entrada y ayudo a mis padres a traer las demás cajas.

𝑨𝒕 𝒉𝒊𝒔 𝒇𝒆𝒆𝒕𝒔 - 𝑶𝒖𝒕𝒆𝒓 𝒃𝒂𝒏𝒌𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora