SONORA DE VIOLÍN [offenderman]

Capítulo 3: Cansancio

Los días siguientes no fueron los mejores, pasaron semanas, y aquella chica no salía de su casa, ni siquiera para ir a la escuela, se sentía demasiado cansada.

Se recostó en el sofá, con un paño puesto en la frente, tenia temperatura, cerro los ojos e intento soñar, pero su sueño era el mismo de siempre, ella, asomándose a un risco y cayendo, y como siempre, antes de caer al suelo despertaba, con la respiración agitada y dando un brinco en la cama.

Cansada de todo se levanto y fue hasta uno de los muebles, donde guardaba su cuchillo favorito junto con la mascara que siempre usaba, con las pocas energías que tenia se puso su ropa y salió de casa por el patio, jugando con el cuchillo por entre sus dedos se alejo de allí mientras silbaba una canción que ya no recordaba hace mucho tiempo, se asomo por entre las rejas de las casas para ver a su siguiente victima, intento cazarla por la espalda pero un paso en falso le jugo mal y termino cayendo al piso, la victima se asusto y huyo, esta se levanto con pesadez, se escondió en un rincón esperando a que pasara la policía y ataco a su victima por la espalda, le arranco la cabeza, abrió su caja torácica y devoro lentamente cada uno de los órganos de aquella victima, no volvería a dejar que eso pasara.

Por otro lado, se encontraba soñando nuestro romeo, el cual estaba debajo de un árbol, descansando, soñando con aquella persona que le haría feliz algún día, de pronto le llego un olor familiar, se levanto y vio a unos niños jugar en el parque en el que se encontraba, aunque le parecía raro a tales horas de la noche, sin embargo hizo caso omiso a aquello y continuo con su habitual rutina, se levanto, camino un poco y se apoyo en el habitual poste de siempre, donde esperaba a que pasaran las jovencitas despreocupadas o con intento de valor al hacer caso omiso a lo que le decían sobre aquella calle, les ofrecía una rosa habitualmente roja y si la aceptaban, procedía a violarlas de una forma tan bruta y desesperada que las pobres morían o quedaban heridas de gravedad, teniendo en el camino un hijo.

Esto era algo normal para Offenderman, ni siquiera le resultaba un poco extraño, lo disfrutaba, se sentía feliz de ello, pero, sin embargo, sentía un vacío dentro de si que le hacia cuestionarse que estaba mal en él, a veces, incluso culpándose, llorando amargas horas aferrado a la almohada esperando a que alguien viniera y le consolase, pero, como siempre, nadie venía, tenía que calmar sus hipos de niño pequeño tomando agua o aguantando la respiración y respirando calmadamente, aun así, anhelaba que alguien estuviera a su lado, con él en los momentos difíciles, y sabia que algún día la encontraría, solo hacia falta tiempo para ello.

Ambos estaban destinados a amarse de forma desesperada, pero hasta el momento, ninguno conocía al otro.