Capítulo 5: Tortura

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Sus posibilidades de morir no hacían más que aumentar, ella como un rayo sigiloso pero brutal se acerco a él, tan rápido que no le dio tiempo de reaccionar, apoyo la rodilla en la entrepierna de su víctima, con la cara a centímetros de la de él y sin que pudiera evitarlo su respiración se entrecorto mientras daba leves gemidos.

-¿Que haces aquí pequeño pervertido? ¿No sabes tocar la puerta?- se quito la mascara y rozo sus labios muy cerca de él, examinandolo con la mirada.

-Y-yo...- él no sentía más que pena y vergüenza, trato de empujarla pero en vez de hacerlo le tocó un pecho.

Ella soltó una leve risa seductora y se separó de él, se dio la vuelta caminando, y le miro de reojo.

Saco la Kunai que estaba enterrada en el sofá.

-Lindo Juguetito- lamió la Kunai sin lastimarse la lengua pese al filo que tenia.

Él estaba en Shock, y antes de darse cuenta recibió un golpe seco en la cabeza, que lo hizo desmayarse.










Se encontraba en plena oscuridad, tenía los pies y las manos atadas, abrió los ojos adaptándose a la oscuridad, agudizó los oídos pero no podía hablar, una pelota de silicona se lo impedía.

De la nada las luces se encendieron, su captor estaba delante de él, miro a su alrededor asustado, solo había herramientas de masoquismo, junto a herramientas de construcción, cerca de él había una mesa metálica llena de diferentes cuchillas, pinzas y bisturí.

Trato de sacudirse pero le era imposible, estaba fuertemente atado y cada que se movía la cuerda le apretaba cada vez más dejando marcas rojas en su piel clara.

Sus ojos cafés le miraron, sus miradas se encontraron, ella se lamió los labios dentro de su mascarilla, vestía como enfermera sexy haciendo que sus pechos resaltaran demasiado por el escote apretado, sus manos estaban enguantadas por látex transparente.

-¿Quien te envió?- dijo mientras sonreía placenteramente.

Él no respondió, solo le miraba asustado, ella cambio radicalmente a una mueca molesta y le dio una bofetada que le retorció cada músculo de su piel, se sentía tan bien que si no se controlaba podía acabar mal.

Tomo un bisturí mientras le cortaba la camiseta, vestía una chamarra la cuál ya no estaba, sus jeans oscuros comenzaron a mojarse.

-Oh vaya, al parecer alguien se orino del susto- reía de manera psicótica, puso el bisturí en el pantalón, y lo enterró en el muslo, el ahogo un grito mientras mordía la pelota de silicona -¿Quien. Te. Envió?- separo cada palabra, pero él le miraba asustado y confundido.

¿Alguien? Él venia solo, nadie lo había mandado, solo tenia una pequeña...obsesión.

Un bulto creció en sus pantalones, cada golpe y cortada que ella le daba no hacían más que excitarle, deseándole más.

Tenia un amor secreto, una enfermiza fantasía con ella, ella al notarlo sonrió ampliamente.
























Él violinista se sentó en su puesto, era una cama acolchada muy reconfortante, le gustaba descansar en ella, tomo su instrumento y toco tan exquisitamente que podía enamorar a cualquiera que se le interpusiera, cosa que él deseaba, pero tocaba para si mismo por vergüenza, porque siempre pensó que estaba mal, porque siempre pensó que no era correcto y sobretodo, porque no pensaba que fuera algo que pudiera enamorar a alguien.

SONORA DE VIOLÍN [offenderman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora