El viaje

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La recepción podría ser la única forma en que alguien podría llamarle la atención ese edificio, era bonita y muy distinta al contrario de todo lo demás que había en ese edificio, las paredes tenían un color verde olivo y por toda la parte superior había luces frías que hacia que se viera muy moderno y cuidado, en medio de la habitación había un solo sofá color naranja, nadie se sentaba ahí nunca, pero siempre parecía a la espera de que alguien lo hiciera, Emma se acercó a la recepción donde se encontraba en turno el señor Ernesto, intendente del edificio y el responsable de todo lo que pasaba ahí, Emma le comento que iban a salir y que no volverían en unos días, antes de que terminara el mes ellas volverían y que por favor no las desalojaran, tuvo que pagar una cantidad extra para que les permitieran dejar las pocas cosas que les pertenecían en ese apartamento.

En la entrada de la recepción se encontraba un reloj enorme que ayudaba a que todos los estudiantes que vivían ahí llegaran antes de que se cerraran las puertas, Emma alzo la vista y pudo notar que eran apenas las 2:16 de la madrugada y que, si todo salía bien antes de las 6 estarían allá y podrían descansar un poco, O tal vez no. Al salir el viento frio pego contra su cara y su cabello largo y lacio se movió violentamente hacia atrás. Flora la estaba esperando adentro del carro, y se veía más cansada de lo que aparentaba cuando estaba con Emma. Hace algunos días tuvo un proyecto muy importante y no durmió durante días, y flora siempre salía de fiestas, esta era la primera vez que dormía más de 4 horas en la casa. Se aproximo al carro pues el frio hacía que Emma temblara demasiado y entro lo más rápido que pudo. Ya adentro no pudo resistir e intento convencer a flora que se quedara otra vez. Pero ella no acepto y empezó el viaje con más rapidez de la necesaria.

Con la mirada perdida Emma miraba hacia la ventana intentando no pensar en nada y tampoco empezar a llorar en ese mismo instante. Solo miraba, las casas, los autos, las pocas personas que aún seguían en las calles, y las luces que iluminaban la ciudad de una forma que la dejo cautivada desde el primer día en que estuvo aquí.

-para donde debo ir? - la voz de flora hizo que se volteara a verla y volver a su realidad y a lo que tenía que enfrentar

-perdona? - Emma no había escuchado del todo la pregunta.

-no se donde vives...- dijo flora un poco molesta pues en esos 4 años de amistad jamás habían hablado sobre el pasado de Emma.

-toma la ruta 16, luego te diré donde cambiar de dirección

-esta bien

El día que conoció a flora ella estaba en un café cerca de la universidad a la que asistía, ella estaba muy cansada así que pidió un café americano con 1 de azúcar y una de vainilla, flora en ese tiempo trabajaba ahí, y se extraño al ver como pedía su café.

-que ocurre? - Pregunto Emma cuando vio la expresión de flora en su cara.

-no pareces de las que ama los cafés amargos

-no lo sé, tal vez es porque me recuerdan un poco a mi vida.

- me agradas- dijo entregándole su café y 2 sobrecitos más de azúcar - pero creo que necesitas un poco de dulzura en tu vida

Desde ese día son inseparables, aunque Emma aun sigue prefiriendo el café con solo una de azúcar y vainilla, ha podido conseguir la buena compañía de una amiga y lo que por ahora es su única familia, pero aun así, aunque viven juntas y son muy cercanas jamás Emma hablo sobre su familia o algo por el estilo, solo hubo una vez, cuando flora le pregunto, lo único que dijo era que su padre había muerto y por eso había decidido venir a vivir a la ciudad, ahora se sentía mal por no haberle contado la verdad si iban a terminar de esta forma.

-pasare primero a tomar un poco de gasolina al carro, creo que necesitaremos mas de las que tenemos ahora- Emma no entendía como flora podía ser tan buena con ella aun en momentos como estos.

madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora