madre

La primer noche.

Dos vueltas en la cerradura de la puerta trasera de la casa de Emma permitieron que las dos jóvenes pudieran entrar al lugar donde iban a descansar aquella fría noche, una completa oscuridad envolvía todo aquel rincón de aquella vieja casa, y ningún ruido se asomaba por las ventanas y puertas que complementaban la infancia de Emma. Al momento de encender las luces, flora se percató que, si la casa por el día era deprimente, por la noche la ponía intranquila, todo parecía estar en su lugar correspondiente, pero algo hacia ruido, algo no estaba bien, algo faltaba. Flora lo supo al ver la cara de Emma.

-¿tienes hambre?, puedo prepararte algo rápido- pregunto Emma dirigiéndose a la cocina.

-si y demasiada, estoy muriendo de hambre- dijo flora tomando asiento en una de las sillas junto a la mesa.

-te entiendo ¿Qué se te antoja? - Emma busco en el refrigerador y en las alacenas, en busca de algo que saciara el hambre de las dos, pero no encontró nada- esto si que es raro.

-¿Qué cosa?

-parece que mi madre no ha comprado alimentos en un buen tiempo, pero ¿Por qué no lo haría?, son ellas dos nada más, cuando yo vivía aquí recuerdo que al menos podías encontrar 3 cajas de las galletas favoritas de Elisa, pero ahora, no hay nada....

3 golpes en la puerta principal terminaron la conversación que estaba floreciendo en aquella cocina, Emma presto su atención al reloj que se encontraba en una de las paredes pues era muy extraño que alguien llamara a la puerta a las 1 de la mañana, y más cuando se trataba de donde vivía su madre, las dos caminaron juntas hacia la entrada, la puerta se abrió, y Emma reconoció al momento la sombra que se encontraba al otro lado, era su madre.

-¿señora mercedes?- pregunto flora, las dos no pudieron ocultar su cara de sorpresa.

-hola chicas, perdónenme que las haya despertado, se me olvidaron las llaves y tuve que llamar a la puerta.- dijo mercedes entrando y quitándose el abrigo que llevaba puesto.

-no se preocupe, nosotras acabamos de lle...- flora no termino su frase pues algo dentro de ella le dijo que no era buena idea, pero fue muy tarde.

-¿Dónde estuviste todo el maldito día Emma?- de un momento a otro parecía como si flora hubiera desaparecido, toda la atención de mercedes la tenia Emma, quien estaba cerrando la puerta.

Emma no volteo al momento, se quedo viendo a la puerta, su respiración se agito, y parecía que tenia ganas de llorar. Flora no entendía lo que pasaba, pero sabia que esto no estaba bien. Emma se volteó con dificultad, parecía que el estar frente a su madre, verla a los ojos le causaba incomodidad o tal vez hasta terror.

-¿Dónde has estado tu madre?- pregunto Emma, viéndola con demasiado odio en los ojos.

-en la florería, he estado trabajando hasta tarde, por que tengo un pedido muy importante, y debe de quedar perfecto... ¿tienen hambre?, he comprado unas hamburguesas de camino aquí, pensé que como ya las había despertado, lo menos que podría hacer era traerles algo delicioso.

-muchas gracias, realmente nos morimos de hambre- dijo flora siguiendo a la señora mercedes hasta la cocina, las dos se sentaron.

Emma se tardo un poco mas en llegar, pues, fue en ese momento en el que recordó en donde estaba y con quien, y eso le producía una tristeza inexplicable, si por ella fuera en ese momento hubiera llorado, gritado y tal vez hasta se hubiera ido sin dar vuelta a atrás, pero, el tener esa idea era aun peor y no se podía permitir eso. Las 3 se sentaron en el comedor circular color café que se encontraba en el medio de la cocina, sobre del colgaba una linda lampara circular, que daba una cálida luz, las sillas eran de color verde y parecían aun mas viejas de lo que eran, comieron por un largo rato en silencio, lo único que sobresalía en ese incomodo ambiente era el sonido de las manecillas de ese gran reloj que estaba en la pared, algo que hacía aún más pesado el lugar.