-¡No quiero! –chilló mina negándose a quitarse el sujetador - ¡No pienso hacerlo!
-¡Hemos perdido por tu culpa! – le gritaba Annie a su vez - ¡Tendrás que hacerlo!¡Como todas las demás!
Sasha y Mikasa se miraban incómodas. A annie también se le había subido la bebida a la cabeza y se estaba poniendo un poco agresiva. Los chicos observaban en silencio la escena sin decidirse a intervenir.
- annie, no grites ….- habló mikasa finalmente para apacigüarla – ¿No ves que tiene los nervios deshechos? - dijo señalando a mina, que temblaba como una hoja.
-¡Ha jugado porque ha querido! – vociferava la rubia – Aunque mejor nos habría venido que se hubiera retirado…ahora no tendríamos este problema. – bufó, olvidándose de que ella misma era quien había insistido para que la chica jugara aquella ronda. – Hemos perdido y hay que pagar, le guste o no.
-Eso…eso es cierto mina. – dijo Mikasa en tono amable acercándose a ella. - ¿Crees que a mí no me da vergüenza? – sonrió tratando de tranquilizarla – A mí también me cuesta…pero tampoco es tan terrible…solo hay que quitarse la ropa, solo tiene que ser un momento luego puedes irte,verdad?.
-si eso quiere- respondió annie.Mina miró recelosa a mikasa pero no dijo nada. Después echó una ojeada furtiva a los chicos. Berthol seguía con la misma expresión seria.
-¿Vas a hacerlo? – le preguntó jean sintiendo una punzada de culpabilidad. Una parte de el quería que lo hiciera.
-Si a ella le resulta tan violento preferiría no obligarla... - respondió berthol.
-Han perdido. – Objetó armin fríamente. – No es que quiera verla pasarlo mal o humillarla enserio, pero es lo justo. Ellas no hubieran tenido reparos en desnudarnos a nosotros.
Berthol asintió ante la evidencia.
-Que decida el árbitro… - propuso eren.
Floch no lo dudó mucho.
-Las reglas son claras y deben cumplirlas todos los participantes. La ronda acaba cuando los perdedores pagen. Después se podrá marchar.Berthol se acercó a Mina.
-Lo siento. – dijo suavemente. Se colocó a su espalda, desabrochando el bikini sin más. Bajó los tirantes y giró a la chica para colocarla de frente a él. Mina estaba llorando sin hacer ningún ruido. Berthol deslizó el sujetador hacia abajo, hasta que cayó en sus manos. Miró sus pechos desnudos durante unos segundos y luego miró a los demás.
-¿Suficiente? – preguntó serio.
Los chicos asintieron afirmativamente, y berthol ayudó a mina a volverse a colocar aquella prenda y el resto de su ropa.
-Vamos – dijo. – Te acompañare a casa.
La puerta se cerró tras ellos dejando a todos sumidos en un inquieto silencio.
-Creo que voy a necesitar otro trago antes de hacer esto….- dijo finalmente sasha mientras se sentaba en el suelo.
-Y yo también… - contestó mikasa.
-No se pongán tan serias chicas…- replicó annie sentándose junto a ellas y llenándoles el vaso. – todavía podemos ganar.-Eso ya lo veremos. – dijo armin cogiéndola de una mano y obligándola a levantarse delicadamente. – Por el momento quiero cobrar mi premio – susurró en su oído mientras sus manos recorrían su espalda. Annie sonrió sintiendo un escalofrío y rodeó el cuello de él con sus brazos.
-¿Te ayudo a quitármelo? – murmuró lascivamente.
-Prefiero hacerlo yo…Jean también cogió de la mano a Sasha y se alejaron un poco del resto. Comenzó a acariciar sus hombros y al poco dejó caer un tirante…y luego el otro.
Mikasa seguía sentada en el suelo al estilo japonés cuando vio acercarse a eren, que se sentó a su lado mirándola sin decir palabra. Con el dorso de la mano acarició un instante la piel fina de su cuello, y luego se deslizó por su hombro sujetando el tirante entre los dedos. Ella no se terminaba de creer que aquello estuviera pasando, pero no estaba nerviosa. De hecho, el roce de eren le resultaba muy incitante. Quizás fuera por el alcohol, pero se sentía como en una nube, igual que cuando le había dado el masaje en la playa esa mañana. Él se aproximó más a su espalda para soltar el corchete, y segundos después Mikasa cubriéndose el pecho con los brazos cruzados. Eren se colocó frente a ella, y con aspecto solemne, la sujetó con suavidad por ambas manos, haciendo que abriera los brazos lentamente y quedaran al descubierto sus sonrosados pezones, que el muchacho miraba fascinado. La azabache notó cómo se le erizaba la piel de todo el cuerpo y de pronto se sintió indefensa frente a él.