La brisa nocturna se colaba por la ventana entreabierta y hacía bailar las cortinas, pero no era capaz de disminuir ni un poco la sofocante temperatura del dormitorio. Mikasa todavía sentía en sus hombros la quemazón que el sol le había producido por la mañana. “Parece que de eso haga un millón de años” pensó “….y ahora estoy desnuda en la cama de eren…es increcíble…”
Él la estaba besando sin prisa mientras la acariciaba con la punta de los dedos.
“ Le tengo encima de mí…tocándome…besándome…y me siento tan bien…”
- Quiero ir más despacio – le había dicho al castaño.
- No tenemos ninguna prisa – había respondido sonriendo él – Podría estar así toda la vida…Se le veía feliz, a eren. Disfrutando del momento con la alegría de un niño, entreteniéndose en cada caricia y en cada beso que le daba. Era la primera vez que podía permitirse ese lujo y procuraba hacerlo con los cinco sentidos: oliendo su cabello, acariciando su piel, explorando cada enigmático rincón de su lindo cuerpo.
- Oye al final… - cayó en la cuenta – se me olvidó comprarte un regalo…era verdad que quería darte algo especial…
- No quiero que me compres nada, bastante has hecho ya… – dijo él. Luego se quedó un momento en silencio, pensando. – Aunque, si pudiera pedirte un regalo especial, ¿sabes lo que me gustaría?
Ella sonrió imaginando lo evidente. – Pervertido … - rió
- Nooo….jajaja….bueno, eso también…claro…. Pero no me refería a eso… - Se puso un poco más serio y la miró esperanzado – Me gustaría que fueras mi chica.
Mikasa abrió los ojos con sorpresa.
- Ya sabes...que fueras mi novia… - continuó con voz ilusionada - Y poder decirle a todo el mundo que estamos juntos, para que se mueran de la envidia especialmente jean.
Ella se quedó en silencio meditando la decisión. Parecía alegre, pero no entusiasmada. Eren intuyó que le resultaba un poco incómodo responder.- ¿Es que…no quieres? – preguntó con nerviosismo.
- No es eso…- respondió ella - pero… me da miedo que no salga bien.
- ¿Qué?¿Por qué no iba a salir bien?
- Quiero decir…resulta que ya sabes discutimos mucho por cosas de mi forma de ser contigo, y aveces tu...
- Bah… – resopló eren, separándose un poco y recostándose en la pared, cansado ya de la indecisión de mikasa. – ¿Por qué tienes que analizarlo tanto siempre todo? ¡Es desesperante! Mira, yo no tengo una bola de cristal ni nada parecido, no sé lo que va a pasar …sólo te estoy pidiendo que me des una oportunidad… ¿Crees que a mí no me da miedo también estropearlo? Sé que soy muy impulsivo– le preguntó malhumorado. - Yo soy muy torpe para estas cosas, igual no estaría a la altura… - suspiró. - Pero ¿por qué tienes que preocuparte por eso ahora? Es una tontería…La silueta de eren se recortaba contra el blanco muro. Tenía el ceño fruncido y se rascaba la cabeza con impaciencia. Mikasa le sujetó con suavidad del antebrazo y habló pausadamente.
- No lo es, eren…Imagínate que lo echamos a perder y acabamos detestándonos... No quiero eso, eso es todo. – le dijo.
Él la miró y relajó la expresión. Siguió hablando cabizbajo en un tono más tranquilo.
- No sé si siendo tu novio sería capaz de hacerte feliz, mikasa. Pero ¿cómo voy a saberlo si no lo intentamos? Si sale mal, pues me tendré que aguantar… será lo que tenga que ser y habrá que aceptarlo. Es un riesgo que estoy dispuesto a correr.Se quedó callado mirándola. Le dolía el corazón con la misma sensación de siempre.
- ¿Sabes lo que me da miedo de verdad? – preguntó finalmente.
- ¿Qué?
- lo que de verdad me da miedo es llegar a viejo y estar todavía preguntándome cómo hubiera podido ser. – dijo con amargura - Estoy seguro que papa tenía esa espina clavada en su corazón cuando murió...
- ¿Que?
- Una vez me contó que antes de conocer a mamá, estaba perdidamente enamorado de una chica llamada dina, pero apesar de todo eso nunca tubo el valor de pedirle ser su novia o almenos una cita, fue hasta que ella tubo un accidente y murio que el se arrepintio de su falta de valor.
- Él la quería… La quería de verdad,lo note por como hablaba de ella, y puedo decir que por eso mismo que la pregunta de que hubiera pasado si le preguntaba y ella aceptaba, le causaba mas dolor. – continuó hablando el muchacho. - Aunque se que amaba a mi y a mama con el alma, tambien sé que una parte de el lo carcomia a menudo por nunca saber la respuesta a esa pregunta. - murmuró con aspecto triste. Luego la miró a los ojos con seriedad.