Capítulo 4

81 7 1
                                    


Si bien el día había terminado en paz, la noche tenía preparado todo lo contrario para Stephanie. Yacía dormida en su cama, a su lado reposaba Vladimir, estaban abrazados, su respiración era acompasada, tranquila, casi éterea. Sólo se escuchaba el tic tac del reloj.


No podía ver, por más que intentaba abrir los ojos, la oscuridad era la única presente; intentó mover sus manos pero estas no respondían, al igual que sus pies. Sintió un escalofrío recorrer su espalda, estaba atrapada; sus brazos y piernas amarrados, sus ojos vendados; su boca se abría pero de ella no emanaba ningún sonido; el sudor bajaba por su frente, recorriendo su tórax el cual llevaba puesto una blusa blanca sucia y hecha harapos. Moría de miedo e incertidumbre, forcejeaba para liberarse pero era inútil, a cada movimiento, los nudos se apretaban más, sus manos estaban cada vez más adormecidas. Tenía la boca seca por el vano intento de pedir auxilio, se remojó los labios y al hacerlo tocó con su lengua ese líquido de sabor férreo que estaba casi seco. Sintió una punzada dolorosa en el lado izquierdo del labio inferior. La habían golpeado, y con ésto en mente, temió lo peor.

- Vaya, vaya, vaya... la señorita al fin se dignó a despertar y hacerme compañía. - Dijo una voz familiar  -¿Sabes queridita? Comenzaba a sentirme un poco aburrido; estaba a punto de divertirme otro rato contigo... ¡Ja ja ja ja ja ja! - concluyó con una sonora y desagradable carcajada mientras se acercaba. - Lamento tanto hacerle esto a tan bello rostro, pero es necesario, ya no nos sirves en ese estado - sintió el frío metal de un arma tocando su sien derecha.

Sus latidos aumentaron...

Una detonación lejana, y después, nada. 


Despertó alterada, el sudor frío y sus lágrimas se combinaban en torno a sus ojos, cubría su boca con ambas manos, intentado ahogar un grito de miedo. Soñar con eso, soñar con ÉL, era algo que jamás hubiese querido revivir, y justo le pasaba ahora. Revisó el reloj, era solo la 1:30 de la mañana y no quería volver a dormir; sabía que al hacerlo regresaría a los rescoldos de esa horrible pesadilla que en algún momento fue real. Miró a Vladimir, observó su rostro plácido y tranquilo; era obvio que sus sueños eran mejores que los de ella. Sonrió aliviada, acarició su cabello y decidió recostarse, pero por más que intentaba mantener los ojos cerrados, no podía. El dolor era casi insoportable, tanto el físico como el emocional.


- Basta -  se dijo a sí misma  - Basta, ya no estás ahí, el ya no está en tu vida, ellos ya no están... estás a salvo, todos están a salvo - intentó tranquilizarse, y si bien lo logró, el sueño estaba muy lejos de querer volver, al menos había despejado un poco su miedo pero sus manos ardían, era como si de verdad hubiesen estado atadas por mas de 5 horas. Al ver el reloj y darse cuenta que solo habían pasado un par de minutos se puso en pie, si no volvería a dormir, sería mejor ocuparse en otra cosa. 

Se levantó de la cama, procurando no despertarlo; tomó su laptop, fue a la sala y comenzó a revisar de nuevo los archivos de los alumnos y maestros. A las 3 de la mañana el sueño seguía sin aparecer - ¡Jumm! debería de estirarme un poco - dijo mientras se dirigía a la cocina. Se acercó al frigorífico buscando algo de tomar, pero solo había jugo y agua natural, - necesito algo un poco más fuerte. -  Buscó en la alacena pero había olvidado comprar más café. - Rayos, tendré que bajar -.


Salió del departamento, bajó las escaleras del edificio con dirección a la máquina expendedora que se encontraba en la acera. - Unas 3 latas deberían de bastar, no creo dormir más que un par de horas esta vez - se dijo a si misma, estaba a punto de regresar cuando miró a lo lejos como un par de personas se acercaban de forma apresurada hacia donde se encontraba.  - ¡Mierda! - dijo apresurando el paso. Si bien la entrada al edificio estaba a solo un par de metros, en esa situación parecían kilómetros. 

UN AMOR CASI IRRACIONALWhere stories live. Discover now