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Magia

Los Ross eran tan amigos de la familia real de Inglaterra que cuando el príncipe les invito a un viaje por toda Escocia no se negaron.

La Sra. Ross miro a su hijo tan bello haciendo pucheros, y su esposo casi igual a él. Sonrió enternecida, eran tan iguales que sintió como su pecho se oprimía por ello. Que suerte tuvo al poder criar a un hijo como Draco.

—Querido, Dragon, vamos es hora.

—Mamá. Sabes que no me gustan ir con ellos. Ahora estaré atrapado con ellos.

—Draco Ross nada de pucheros o reclamos. Y tú tampoco querido.

—Como diga la señora.

Draco miro a su padre y con ojos grandes y un reclamo en la punta de la lengua, su padre le guiño un ojo.

Eso lo dejo pensando.

—Pero querida es el cumpleaños número diez de Draco, no crees que sería más sensato quedarnos y festejarlo.

—Nada de nada, lo haremos en el viaje. Además, irán los hijos de nuestro amigo.

—Bueno lo intente—. Draco se desinflo, su padre no podía negarle nada a su madre, lo cual era lindo, pero ahora no lo era.

En pocos días los Ross regresaron del viaje, un Sr. Ross completamente feliz y una Sr. Ross más que intrigada y nerviosa. Y Draco, bueno él era el más nervioso.

¿Cómo fue que lo hizo? —Se preguntó.

Porque dentro de él sabía que fue él y nada más que él lo que provocó que los hijos del amigo de sus padres cayeran al río sin ni siquiera tocarlos, solo con pensarlo.

Tenía miedo.

Perspectiva de una vida diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora