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||Distrito rojo||

A los kurkanos rara vez se les llamaba por sus nombres. La mayoría de los continentes los despreciaban, considerándolos bárbaros o bestias. Esto se debe a que su raza era conocida por haber heredado la sangre de las bestias, cuya naturaleza inhumana e indecorosa. Son seres impulsivos, indulgentes e instintivamente peligrosos.

Pero había una cosa que la humanidad envidiaba de ellos: su habilidad física y su belleza. La monstruosidad que yacía bajo su piel no podía empañar su extraordinaria apariencia otorgada por los Dioses.

Esta disparidad les dio popularidad. De hecho, entre los esclavos, la mejor clase era siempre la de los kurkanos. Incluso en Estia, donde la esclavitud es ilegal, eran comercializados en secreto.

La propia princesa Leah había visto a varios kurkanos vendidos como esclavos, pero fue la primera vez que veía a un kurkano con un aura tan imponente.

Tenía la mente confusa, pero estaba segura de una cosa. El hombre frente a ella no era apto para la esclavitud sexual al igual que el sentido del humor. Más bien, cada una de sus células exudaba autoridad, y ella podía imaginarlo mirándola con desdén por encima.

"..."

Su cuerpo se movió por instinto. Leah dio un paso atrás, pero pronto sintió su espalda contra la pared. Una sensación dura y fría recorrió su columna vertebral debido a su repentino aprisionamiento.

El hombre de la esquina la miró con la diversión danzando en sus ojos. Lenta y pausadamente, acortó la distancia entre ellos. Se acercó tanto que sus cuerpos se encontraron. Instantáneamente, Leah se sintió asfixiada, pero sólo podía permanecer rígida en su lugar. En aquel momento, la respiración le pareció un trabajo bastante laborioso.

Con su largo dedo, él quitó la gorra que Leah llevaba puesta, sobre su cabeza. Era un ser dotado de sentidos supremos y no era nada extraño lo que pudiera pasar por alto. Frunció el ceño ante la peluca marrón, fea y barata que llevaba Leah, y se la arrebató de inmediato. Sin nada que lo retenga ahora, el deslumbrante cabello plateado de Leah se deslizó suavemente por su cintura con un tenue resplandor.

Sus ojos dorados la contemplaron detenidamente. Su mirada parpadeante y fogosa parecía hurgar en su piel expuesta, perforando los lugares en los que los fijaba. A pesar de que estaba vestida, ella se sentía desnuda.

La delgada nuca, la clavícula ligeramente expuesta a través de la ropa desaliñada, y el pequeño pecho que subía y bajaba mientras ella respiraba laboriosamente, el hombre examinó todos estos aspectos. No fue difícil darse cuenta de que la dama a la que acorraló no era ninguna plebeya.

"No puedo creer que una dama de su posición visite el Distrito Rojo. ¿Asumo que hay algo que no funciona con los aristócratas?"

Leah enderezó sus hombros tensos. En vez de refutar, abrió los labios con calma y dijo lo que le preocupaba. "Parece que no sabes mi propósito al haberte seguido..."

Lo miró fijamente y sintió que se moría por dentro. ¡Se equivocó de hombre! Pero, ¿cómo le explicaría su error sin revelar quién era?

"¿Propósito?" Sus labios se retorcieron en una sonrisa burlona, conociendo plenamente sus motivos.

"¿Qué hay de malo en todo esto? Sólo buscaba divertirme mientras me aseguraba de que mi identidad fuera anónima."

"...."

Se quedó sin palabras. No todos los días un aristócrata, con un intento fallido de disfrazarse, engalana este tipo de lugar. Ella esconde algo.

Aunque tenía muchas más preguntas que deseaba que le fueran respondidas, no la presionó más. Por otro lado, su silencio puso a Leah muy nerviosa, con el corazón acelerado contra su pecho. Sabía que en ese momento, su cara se parecía al de un tomate maduro.

Avergonzada, se vio obligada a bajar la mirada. Tal vez, el hombre buscaba algún entretenimiento esta noche que, en las circunstancias actuales, le fue concedido. Ella, que asumió que era una prostituta, debe haber despertado su interés. Su lenguaje corporal le dijo que no tenía el corazón para dejarla ir pronto.

En silencio, Leah finalmente decidió su siguiente paso. Nunca lo volvería a ver, de todos modos. Si este es uno de los precios por arruinar la pureza de la familia real, entonces los medios que tenía que tomar ya no debían importar.

Con manos temblorosas, se agarró del borde de su falda. Desde el principio, estaba decidida en hacerlo, incluso si sabía que podía morir. Por lo tanto, en este punto, no había razón para que se asustara.

Mientras alzaba lentamente la vista hacia él para mirarle fijamente, notó que sus pupilas doradas se adelgazaban ligeramente y que su mandíbula caía instantáneamente. Presenciar esta peculiaridad en esta cercanía fue impresionante.

Profundamente cautivada, perdió la noción de los segundos transcurridos, pero una risa profunda y gutural la devolvió a sus sentidos.

Leah entonces empujó el pecho del hombre silenciosamente, tratando de hacer espacio entre ellos. Sin embargo, la fuerza de sus frágiles brazos era endeble, el hombre apenas si se movía. En su lugar, su sonrisa creció mientras la veía luchar.

Él seguramente disfrutaba de esto, ella lo miró con ojos furiosos.

"No actúes tan engreído. Sólo buscaba a alguien en quien pagar y tener sexo". Escupió con una irritación evidente en su voz. A sus ojos, no era una mujer humilde, así que ¿por qué actuaría como tal?

El hombre sólo se rió roncamente de su brusquedad. Preguntó con gran diversión. "Entonces, ¿debería llamarte maestra?"

Este hombre es un engreído. Apretó los dientes y desató el nudo de su vestido con manos temblorosas. Ella sólo quería que esto terminara. Mientras intentaba quitarse la ropa, el hombre le susurró al oído, haciendo que sus manos temblorosas se congelaran.

"Yo debería ser el que lo hiciera".

Antes de que pudiera protestar, unas grandes manos levantaron su cuerpo sin esfuerzo. ¡El hombre la tomó como si ella sólo fuera una niña!

Acunada en sus brazos, ella lo miró, llena de vergüenza.

"¿Tienes miedo?" le preguntó.

La respuesta no fue oída porque en cuanto lo pronunció, la arrojó a la cama y se subió encima de ella. La cama crujía bajo su peso. Sus delgados dedos tomaron la barbilla de Leah y el pulgar acarició su carnoso labio inferior.

"¿Por qué te atreviste a venir a este lugar?"

La voz que resonaba en sus oídos enviaba pequeños escalofríos a todo su cuerpo. Sin embargo, su intrusión no consiguió hacerla perder la determinación de guardar para sí misma el motivo de su visita y, por tanto, su identidad.

"Sólo haz lo que te ordené que hicieras". Ella alzó una ceja en señal de valentía. "No te preocupes. Prometo pagarte".

Al oír esto, el hombre susurró con una voz suave; sus ojos brillaban con maldad. "Abre las piernas".

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[N/T]:- Gomen, gomen (シ _ _) シ me disculpo por la tardanza!! para su suerte ya vienen los capítulos que estaban esperando recién sacados del "horny", realmente me estoy divirtiendo en traducir esta obra gg

Matrimonio Depredador || 𝐖𝐞𝐛𝐧𝐨𝐯𝐞𝐥 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora