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El joven Arlert nunca se sintió tan cansado como en ese momento, había pasado toda la tarde en un parque frente a la casa que pertenecía a la hermana del Señor Leonhart esperando a algún movimiento extraño, sin embargo no ocurrió nada fuera de lo normal.

Había conseguido la dirección gracias al aporte del padre de la fugitiva, al parecer ella laburaba en un negocio propio, una despensa, mientras su esposo trabajaba en otro lugar ya que no fue hasta muy tarde que apareció llegando junto a su esposa.

Armin pudo notar que eran una pareja muy cariñosa, pues mientras vigilaba a la pareja sentado en el banco más cercano a la tienda, vió al hombre llegar y abrazar a su mujer con fuerza en la entrada, la manera en la que besaba su rostro con alegría mientras esta reía inevitablemente llamó la atención del rubio.

El suspiró, sabía que no debía dejarse llevar por las apariencias, quizá ellos no eran así en su día a día, aún así el hecho de encontrar una pareja tan perfecta y cariñosa le causó envidia.

Se levantó de su asiento, eran ya las siete de la tarde y había llegado a las once de la mañana, no consiguió ver nada fuera de lo normal y eso lo tenía bastante desilusionado.

Decidió acercarse a la tienda y comprar algo de agua, después de todo los dueños de la despensa no sabían que estaban siendo vigilados por él.

—Buenas tardes —Saludó al pasar la puerta con amabilidad.

—Buenas —Sonrió la mujer de elevada edad.

El rubio tomó una botella de agua y se dirigió a pagarlo en la caja, tras la cuál se encontraba la mujer que cuestionó— ¿No llegó tu cita?

El la miró confundido— ¿Disculpe?

—Cuando salí a recibir a mi marido hace dos horas, te ví en el banco del parque esperando a alguien y noté que nos observabas con tristeza mientras recibía a mi esposo —Sonrió con dulzura— ¿No llegó la persona especial a la que esperabas?

Armin abrió los ojos con sorpresa, sabía que era posible que lo notaran, sin embargo no esperaba las conclusiones a las que llegó la mujer.

—Canceló la cita, no pudo llegar —Siguió la mentira el rubio.

—No sufras por amor, aún eres muy joven —Aconsejó la mayor— ¿Sabes?, Tengo una sobrina de tu edad, ella siempre presumió que el amor era poco importante en su vida, sin embargo terminó encontrando a su media naranja cuando menos lo esperaba, aunque el chico es bastante tímido.

Armin supo a quienes se refería, Annie y Bertholdt, claramente— Debe tener un lazo muy fuerte con su sobrina para que le cuente ese tipo de cosas, ya sabe, normalmente los jóvenes no tienen tanta confianza con sus familiares.

Al rubio siempre le habían disgustado las personas que hablaban con los encargados de la tienda, ya que eso podía causar que otro cliente apurado no sea atendido con rapidez. Sin embargo no tuvo problemas en ser ese tipo de persona cuándo se trataba de trabajo.

—Lo tenemos, ella es cómo una hija para mí —Afirmó la mujer— Pero ella ya no es una adolescente, está cerca de terminar su carrera de fisioterapia —Infló su pecho con orgullo sin ser consciente de que todo lo que decía era procesado y alojado en el cerebro del rubio cómo si de una computadora se tratara.

Armin tecleó en su teléfono sin que la mayor se diera cuenta y nuevamente encendió su grabadora— ¿Fisioterapia?, ¿En la universidad estatal de Trost?, Tengo una prima que estudia allí, quizá se conozcan —Nuevamente, mintió.

—Oh no, ella estudia en Sina —Explicó la mayor.

—Eso debe ser muy díficil para usted —Se lamentó el mayor fingiendo su mejor mirada de tristeza— Vivir tan lejos de la persona a la que considera hija, digo.

Dulce Prófuga  |Aruannie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora