¹

783 114 38
                                    

Si había algo que caracterizaba al detective Arlert, era la confianza que tenía de sí mismo al trabajar en su área.

Desde su niñez había sido una persona bastante insegura, tanto su aspecto físico cómo su propia capacidad fueron siempre un problema para él. Sin embargo, encontrar pasión en sus estudios y posteriormente en su trabajo lo hizo ganar seguridad respecto a esos temas.

Fue ese el motivo de la sorpresa del rubio al notar que, cómo en los viejos tiempos, estaba dudando acerca de su capacidad para concluír la misión que le habían encomendado, ya que apesar de vivir en una era segura en la que había información de todos y todo, si se trataba de un asesino prófugo nunca se sabía qué tan difícil sería.

Suspiró y subió al auto, siguió la dirección que marcaba el informe y maldijo a Hitch, quién muy probablemente fue la que escribió los datos de la investigación ya qué nisiquiera se molestó en buscar una foto de la sospechosa.

Se detuvo en una casa bastante vieja, pequeña y descuidada, en un barrio de mala muerte. Armin bajó y cerró la puerta tras el.

Cómo la casa no contaba con timbre, tuvo que aplaudir cuatro veces para tratar de llamar la atención de los habitantes, pero al parecer o no había nadie o lo habían ignorado.

Volvió a intentarlo dos veces más, y ante la falta de reacción decidió pasar la cerca, la cuál tenía un portón sin llavear.

Miró através de las dos ventanas que rodeaban la casa hasta que vió la figura de un hombre.

—¡Oye tú!, ¿Quién te crees para entrar en mi propiedad? —El tipo se dirigió a la puerta principal y la abrió, saliendo listo para dar un golpe al chico rubio, golpe que el otro esquivó con agilidad.

—He aplaudido varias veces y al parecer, no fuí escuchado, ¿No es así? —Preguntó esquivando otro golpe— Disculpe usted mi actuar, pero si no lo hacía no sería atendido.

El hombre de avanzada edad se dejó los golpes al ver la manera respetuosa a la que se dirigía a el, por su camisa bien planchada, pantalones negros y maletín supuso que sería uno de esos tipos que preguntaban idioteces cómo ¿Quieres ser tu propio jefe?

—Escucha niño, no tengo interés en lo que sea que me ofrezcas, así que vete, shu, shu —Movió sus manos cómo si quisiera alejar a un niño.

—Creo que se a confundido, Señor —De manera fastidiada habló el más joven— Aquí no vengo a ofrecerle ningún servicio, será usted quién me sirva a mí —Demandó con un tono autoritario.

—No damos limosn-

—Annie Leonhart, ¿La conoce? —Interrimpió abruptamente, con la mención de ese nombre el hombre se tensó respondiendo la pregunta de Armin, efectivamente la conocía.

—No tengo idea de quién hablas y no tengo la obligación de responderte, ¡Vete de mi casa o llamaré a la policía! —Amenazó.

—Déjeme presentarme —Ofreció el rubio— Mi nombre es Armin Arlert, policía en criminología, me informaron que la señorita Annie Leonhart de paradero desconocido es pieza clave para la investigación del asesinato de Marco Bott, estudiante de medicina, ¿Me dejará pasar o lo hago a la fuerza? —Cuestionó luego de sacar su placa y demostrar que realmente era parte de la policía nacional.

—¡Ya te dije que no la conozco! —Exclamó con enojo el hombre.

—Los testigos de que Annie vivía aquí no opinan lo mismo, tampoco las cámaras de seguridad de su barrio —Enfrentó— Antes de que salga con la excusa de ''Me acabo de mudar'', déjeme decirle que no soy estúpido, la desaparición de Leonhart data de hace tres días, si fuese así se hubiese topado con ella —El rubio señaló lo antes leído en la información escrita.

El hombre solo gruñó y dejó pasar al chico— Siéntate —Ordenó señalando la mesa— Iré por algo de café, nuestra conversación será larga.

Armin sólo asintió mientras esperaba a que el hombre volviera a aparecer, cosa que no tardó en hacer trayendo consigo dos tazas de café negro.

—¿Qué tipo de lazo llevaba con la señorita Annie? —Preguntó luego de sacar un cuadernillo y un bolígrafo de su maletín.

—Soy su padre adoptivo —Informó notando la rapidez con la que el chico escribía la información procesada.

—¿Qué tipo de relación llevaba con ella?

—No hablábamos mucho, ella estaba todo el tiempo fuera de casa y por las noches discutíamos bastante, sin embargo, sigue siendo mi hija, la aprecio —Por un momento, dejó ver preocupación en sus ojos.

Armin observaba con atención la reacciones del mayor al responder y anotaba cada detalle de lo dicho en su cuadernillo.

—¿Ha intentado comunicarse através de la tecnología?

—Sí, pero no contesta por ningún medio, nunca gustó de las redes sociales y al parecer las eliminó antes de desaparecer.

—¿Cómo describiría a su hija?

—Era bastante poco sociable, amaba a los gatos, llegó a comentarme que le gustaba e rock o algo así, tenía un novio, Bertholdt; también era muy seria y se quejaba de todo, nada parecía contentarla, siempre fue fuerte e insensible.

—¿Podría darme una descripción física?

—Rubia, ojos azules, mide entre 1,57 y 1,60 aproximadamente, nunca se lo he preguntado —Explicó— Es delgada, pero tiene musculatura.

Armin asintió— ¿Tiene alguna idea de dónde se pueda encontrar?

—Quizá en la casa de su novio, ya fuí a verlo pero él asegura que no está con él —Con decepción habló el adulto.

—¿Sabe que tipo de relación tenía con su novio?

—No lo sé, eran contadas las veces que él aparecía por aquí, y no hablaba demasiado cuándo lo hacía —Se lamentó.

—Por último, necesitaría pasar a su habitación, oficina u lugar de la casa que ella frecuentaba —Explicó el chico.

—Sígueme —Pidió el mayor, ambos pasaron a una habitación de paredes blancas, el padre de Annie decidió esperarlo en la sala mientras el chico revisaba el lugar.

Armin decidió empezar por el gastado ropero, abrió las puertas y cajones por completo notando que sólo habían pocas prendas pequeñas, demasiado diría el, cómo las que usaría una niña.

Entre los cajones sólo encontró medias con agujeros y sostenes que prácticamente no sostendrían nada de lo descompuestas que estaban.

Para Armin fue claro, ella había vaciado su ropero probablemente para huir, la incógnita era a dónde.

Siguió revisando el lugar, en el librero sólo encontró cuadernos de estudiante, buscó cuál parecía ser más reciente y vió que se trataba de un libro sobre biología humana.

Guardo el libro en su maletín y siguió investigando, su cama estaba ordenada y los muebles también, no encontró nada interesante luego de eso. Suspiró y salió de la habitación dirigiéndose a la entrada de la casa.

—¿Encontró algo, jovencito? —Armin ignoró el hecho de cómo pasó de ser un niño a un jovencito.

Nada demasiado alentador —Admitió el rubio— Si me disculpa, me debo retirar.

—Chico —Detuvo el mayor notando cómo volteaba a verlo— Por favor, trae a Annie de vuelta a casa —Suplicó a lo que el rubio sólo asintió.

—Haré lo que pueda —Sentenció antes de desaparecer por la puerta.

El mayor sólo lo vió marcharse, luego bajó la mirada para notar que su visita no había bebido ni una gota del café que le sirvió.

___________________________________

Dulce Prófuga  |Aruannie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora