Welcome to the Jungle

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Pd: El capí se borro de aquí y no lo recuperé, así que lo subo como si fuera nuevo.

Dedicado a eclipsafernandez

Welcome to the Jungle

Su mirada de preocupación fue suficiente para salir del letargo en que me encontraba, mi cuerpo estaba tendido sobre el césped con las extremidades extendidas, sentí una punzada en la frente ocasionando que un quejido se me escapara de los labios, de manera automática, me llevé una mano en la zona donde me ardía.

—¡De verdad qué lo siento! —se disculpó una voz varonil tratando de sujetarme de los hombros para quedar sentada —apareciste de la nada y... ¡puf! Que el frisbi te da contra la cara.

Fruncí el ceño, acción errónea que provocó que el dolor aumentara. No emití alguna palabra cuando al fin estuve de pie. El chico se empeñó en disculparse miles de veces, tuve que cubrirle la boca con una mano para no escucharlo. Sus orbes cafés decayeron en mi acción y arqueó las cejas con la expresión confundida.

Maldije mentalmente a Jamie por obligarme a salir a tomar aire fresco, cuando estaba mejor acostada en mi cama comiendo frituras mientras veía un maratón de Parque Jurásico, estaba tan cómoda, que me tomó desprevenida para arrastrarme de las piernas por todo el suelo del apartamento usándome como trapeador hasta dejarme abandonada en el tétrico pasillo y cerrarme la puerta en la cara.

Ahora debía parecer una señorita unicornio del año con el chichón que iba a convertirse en cuerno. Bah, como si no me los hubieran puesto antes, puf, por ahí no iba el verdadero asunto. Bajé la cabeza hacia mi blusa con restos de frituras, genial, simplemente genial.

Humillándote en público, ¿no, Nat?

El chico más asustado que Bambi, al ver mi expresión de molestia, quiso retroceder, tal vez imaginando que sacaría mi lado ninja para devolverle el golpe que me había dado accidentalmente.

Wow, de lo molesta que estaba, no me había detenido para repasarlo con mis curiosos ojos. Su cabellera oscura estaba hecha una maraña, cejas demasiado pobladas, que me dieron ganas de querer depilárselas para darle una buena forma, su piel tostada resaltaba sus mejillas levemente ruborizadas y el color de sus ojos, me recordaba a la miel que encontrabas en el supermercado.

Tenía hambre, bueno, mi estómago me exigía comida a todas horas.

Si comenzaba a bajar poco a poco de su rostro, me iba a encontrar con maravillas, pero no era el momento de ponerse caliente, cuando había pasado por una humillación.

Tuve que apartar mi mirada para poder centrarme en el pantalón de pijama adherido de tierra y césped. Suspiré e inhalé con tal de que no me dé un ataque. El chico lo había dicho: Fue un accidente.

—Por favor, perdóname, jamás había jugado al frisbi —los labios le temblaban.

—Ya no importa —me sacudí las manos que tenían rastro de piedritas —lo hecho, hecho está.

Me dispuse alejarme de él para regresar al apartamento y reclamarle a mi amiga que el exterior me odiaba, tanto, que las plantas de mis chanclas de las chicas super poderosas, terminaron embarradas en una viscosidad de color oscuro que desprendía olor a... ¡Mierda! ¡Había pisado excremento de algún perro!

Cariño, no es Gansos Rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora