This is love.

497 75 69
                                    

This is love.

2 años después.

—¡Canta y no llores, porque cantando se acerca cielito lindo los corazoneees!

Bebí hasta el fondo el vaso de tequila, celebrar mi cumpleaños siempre había sido divertido sin importar como o con quiénes lo pasaba, era especial y punto.

La música vibró por todas las paredes de la discoteca del hotel, al parecer los 80's estaban de vuelta.

—Un vaso más con ese líquido, por favor.

Iba a ser mi tercer vaso y era un milagro que seguía muy cuerda con todos mis sentidos activados. Cuando el barman me sirvió de nuevo el trago, una mano impidió que lo tomara. Fruncí los labios.

Al alzar la cabeza, me encontré con esos orbes chocolates y sonreí. Pero él entrecerró los ojos reprimiendo una sonrisa.

No era una alcohólica. Siempre fui muy precavida.

—Nat, ¿has empezado la fiesta sin mí? Te había dicho que nos tomaríamos unos cafés, no tequila, cariño —al sujetar mi mano, la estiró en su dirección y besó mis nudillos —. Felices 26, preciosa.

—¡Muchas gracias, Adam!

Lo envolví entre mis brazos y lo apretujé. Su calor corporal era lo único que quería sentir, me reconfortaba.

Adam y yo habíamos cumplido ya dos años y medio de relación, difícil de creer, pero es la verdad. Ese chico siempre había puesto mi mundo patas arriba de lo dulce e inteligente que era. Adam tenía tantas habilidades como debilidades y eso lo hacía estupendo.

Después de unos meses conociéndonos, fue momento en el que debíamos hacerlo oficial y sucedió. Un año después Cafeína había saltado a la fama. Yo me gradué.

Los chicos firmaron un contrato que de un parpadeo ya estaban realizando giras para presentarse por el país. Su música sabía cómo revolver el estómago ante sus mensajes hacia el mundo para hacer un cambio de bien.

Adam no dudó en involucrarme en su mundo lleno de caos total. Ahora nos encontrábamos en Monterrey, en una de las tantas giras que debían de dar.

Hipé.

El chico soltó una carcajada a la vez que negaba desaprobando lo que había hecho.

—Un baño de agua fría te bajara la borrachera —le pegué en el hombro.

—No lo estoy, tonto —me solté de su agarre y retrocedí para bailar.

Moví mis caderas sin dejar de mirarlo y me atreví a subir un poco el dobladillo de mi falda para él. Adam bajó la cabeza avergonzado, le encantaba mis locuras, pero se sentía abochornado y miedoso, no sabía cómo reaccionar, a veces tenía miedo de seguirme el juego.

Le guiñé un ojo y se sonrojó.

No me gustaba limitar mi diversión y más con mi novio.

En un pestañeo el chico me llevó cargada entre sus brazos mientras volvía a cantar el Cielito Lindo entre susurros. Lo tomé por sorpresa repartiéndole besos en el cuello, liberó varias risas en el trayecto.

—¿A dónde vamos?

Gruñí.

—A la habitación, bombón, no mentía con la ducha fría —me guiñó un ojo.

—¿Eso significa que nos vamos a divertir?

Realicé un baile divertido con las cejas.

Nunca habíamos tenido sexo, nuestra relación siempre se había basado en estar al uno al otro, charlas y chistes sin fin, entre otras cosas.

Cariño, no es Gansos Rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora