Sweet Child O'Mine.

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Sweet Child O'Mine.

Me acomodé el par de trenzas que me había hecho por encima del hombro. Le sonreí al espejo donde vi mi reflejo. Siempre trataba de no dejarme llevar por lo que veía, sino como me sentía usando tal ropa o maquillaje.

Me gusta dejarme llevar por lo primero que veo en el armario, hasta ya sea que termine usando una camisa de algún partido político.

Estaba sudando de los nervios, quizás debía colocarme un poco más de desodorante con tal de que el aroma a ajo con cebolla desapareciera de mis axilas. Bajé mi brazo con una expresión desagradable y opté por echarme el perfume de fresas.

Mejor.

Como dice mi abuela: Por si me besa, por si me abraza y... por si se pasa.

¿Qué? Tenía que ser precavida.

Observé la hora en la pantalla del celular y me di prisa para salir de la habitación.

—Jam, me tengo que ir ya —avisé asomándome en el marco de la puerta de su habitación.

Era una lástima que estuviera repleta de tareas, nos hubiéramos divertido juntas como siempre.

Jamie rodó por la cama para levantarse de un salto. Sonrió al echarme un vistazo y silbó.

—Fiu, chulada de amiga que me tocó —ella alzó los brazos con tal de que nos abracemos —por favor, diviértete y no te excedas de copas, porque si llegas ebria, te meteré la cabeza en un balde con agua fría y sabes que, si cumplo, Natalia María.

Asentí con la cabeza. No planeaba beberme todas las botellas del bar.

—No haré nada de eso, mamá —me aparté de sus brazos para acomodarme el bolso sobre el hombro —espérame despierta.

—Claro que sí, quiero el chisme completo, querida. —Su celular tintinó y pegó un brinco —es mi amor y ha venido por ti.

Me dio de empujones hacia la puerta. Rob se había ofrecido a llevarme a pesar de que me negué como unas cien veces, además, sabía que iba a regresar para quedarse con mi mejor amiga.

Me despedí del chico en la orilla de la acera al salir del auto sin antes recordarme que le llamara para irme a buscar. Al girar sobre mis talones, me encontré con un edificio de luces neón, la música en vivo se coló en mis oídos y no dudé en dar el paso con tal de acceder mostrando mi identificación al sujeto de seguridad que asintió con la cabeza para que prosiguiera mi camino.

Mis oídos zumbaron ante el volumen de la música, lo mismo sentía con todo mi cuerpo. Eché un vistazo al conjunto musical que estaba sobre el escenario, tocaban música latina y era pegadiza. Traté de buscar a algún integrante de Cafeína para acercarme a ellos o eso es lo que intenté, cuando otro guardia me detuvo del hombro antes de poder traspasar bastidores.

Tragué en seco.

—¿Estás en la lista de participantes?

—Uh... yo... soy la novia de un integrante de Cafeína —sonreí, pero por dentro muchas alarmas se habían encendido.

¿Por qué no dije hermana?

—Claro, claro, no nací ayer, señorita —apretó el tablón que llevaba en manos.

—No me digas —siseé más para mí. Creo que había comenzado a sudar —tiene que creerme, ¿por qué no mejor habla con Pim... Adam Suárez.

Re mal, nena.

El hombre dudó unos segundos, pero accedió dando media vuelta. Estaba lista para correr hacia la barra y pedirle al barman una botella de tequila de la mejor calidad, sin embargo, mientras caminaba, una mano tiró de la mía haciendo que estos quedaran entrelazados.

Cariño, no es Gansos Rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora