Paradise City

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Paradise City

—¡Joder! Soy la puta ama de la moda.

Se halagó Jamie cuando abandonó su habitación. Lucía unas hermosas prendas que resaltaban sus dotes femeninos haciéndola lucir poderosa con esa falda roja de cuero por arriba de las rodillas y la blusa negra sin mangas y de cuello circular. Estaba dispuesta arrobar miradas a sus colegas mientras se divertía.

El cabello lo llevaba suelto, provocando que sus ondas coloridas cayeran por sus hombros.

—No veo fallas en tu lógica —le guiñé el ojo con tal de proseguir delineándome el párpado, era malísima en cuestión de maquillaje.

—Tú tampoco te ves mal, Nat. ¡Estás mostrando pierna, mujer! —Una risa se me escapó de los labios —uf, si me gustaran las chicas ya te estuviera dando con todo, pero me van los buenorros.

Reprimí otra risa. Negué con la cabeza varias veces, en menos de diez minutos ya estábamos listas para poder salir del edificio, se suponía que uno de sus amigos nos estaría esperando afuera, así que no había inconvenientes coger un bus.

Me colgué el bolso en el hombro para comenzar a caminar detrás de mi amiga. Se había puesto unos botines con plataforma que hacían juego con su falda, por mi parte, había optado por un vestido de tirantes no tan comprometedor, pero donde pudiera sentirme cómoda junto unas deportivas. Siempre odié los tacones, son mis enemigas desde que perdí el equilibrio en plena boda de mi hermano y me fui de bruces directo a la alberca fría.

Tecleé con rapidez sobre la pantalla con tal de quedar con Fabián después de la fiesta, había asuntos que debíamos resolver con urgencia.

Papucho

Te estaré esperando, preciosa. 😏 Diviértete en la fiesta. Ya te extraño.

Rodé los ojos. Fabián era tan cursi que hasta me salían caries en los dientes, pero me encantaba esas facetas, porque en un momento podía ser tierno y al otro una fiera. Todo era sin compromiso, tal y como me gustaban las cosas, no quería involucrarme en asuntos amorosos, ya no más, mi anterior novio se había convertido en un hijo de la chingada pensando que
nunca me iba a dar cuenta de sus jugarretas sucias.

Pero, nadie le ve la cara de estúpida a Natalia Xian, nadie.

Caso cerrado.

—¡Ey, Rob! —Alcé la cabeza cuando mi amiga saludó a su compañero que nos esperaba de pie en la puerta.

El fresco azotó contra mi rostro calándome hasta los huesos. Tenía que hacerme la valiente por haber olvidado traer una chamarra. Guardé el celular con tal de no ser maleducada y saludé a Rob que lucía guapísimo, su colonia varonil inundó mis fosas nasales cuando me acerqué para abrazarlo. ¡Yizus!

—¿Listas, preciosas? —Preguntó al separarnos plasmando una sonrisa con entusiasmo —el resto ya nos está esperando en el club.

—¡Ya quiero mover este cuerpazo! —Indiqué ocasionando que los chicos se rieran. —Vamos ya.

Me perdí entre mis pensamientos cuando nos subimos al auto, era entretenido mirar por la ventana y ver los autos y algunos comercios que comenzaban abrir a estas horas de la noche. Rob y Jamie estaban teniendo una entretenida conversación con respecto a los proyectos que debían empezar a hacer antes de que el tiempo se agotara.

Había conocido a Jamie después de sobrevivir una semana en la universidad sin entablar conversación con los que serían mis nuevos compañeros. Lo más especial que nos unió, no fue por estudiar la misma licenciatura, ambas nos dedicábamos a cosas diferentes, ella amaba las matemáticas, mientras que yo opté por Letras. Nos mudamos juntas al cursar nuestro tercer año cuando pudimos ahorrar una cantidad prudente de dinero para subsistir.

Cariño, no es Gansos Rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora