You could be mine

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You could be mine

Una sonrisa invadió mi rostro al ver la calificación sobresaliente que resaltaba en mi examen. Guardé la hoja en una carpeta, el timbre sonó y me apresuré a guardar mis cosas.

Había sido una semana ardua desvelándome para los exámenes y en todas estuve satisfecha. Al salir del aula realicé un baile de triunfo como si tuviera ganas de ir al baño.

Fue mi mejor semestre sin duda alguna.

Un par de notificaciones me sacaron de mi nube. Revisé el WhatsApp, Jamie me avisó que saldría con Rob a dar la vuelta y que nos veríamos en la tarde.

Me hundí entre mis hombros y respondí con un emoticón de sonrisa. Caminé hacia el mar de universitarios para salir del edificio, era viernes, así que algunos estaban preparando planes.

Yo tenía una: Comer frituras y ver un maratón de mi serie favorita. Tenía que aprovechar antes de que mi mejor amiga volviera arrastrarme fuera del apartamento.

Tuve que apresurar el paso, los buses públicos se llenaban hasta estallar después de un día de clases, ni qué decir del tráfico caótico.

Antes de bajar las escaleras, me detuve en seco al ver a los integrantes de Cafeína ser rodeado por una horda de personas pidiéndoles fotos y autógrafos. Ya era de esperarse, pues la banda había subido sus vídeos a YouTube y en horas ya habían recibido más de dos millones de vistos. Yo era parte de ese número de las tantas veces que reproduje sus canciones.

Como si fuera un imán, la mirada de Adam se conectó con la mía. Agitó una mano para saludarme, el chico intentó esquivar a cada persona que se le impedía el paso. Bajé los últimos peldaños para alcanzarlo y sonreí.

—Ustedes sí que están arrasando —le comenté cuando pudo salir de ese caos. Se acomodó la mochila y la camiseta que resaltaba su abdomen y brazos. —¿Cansado de dar autógrafos?

—Piedad, es nuevo para nosotros. De la nada todo se descontroló —achicó los ojos curvando los labios hacia arriba—Nat, ¿podría pedirte un favor?

Los que quieras.

—Uh, depende —escogí los hombros y le lancé una mirada malévola —¿Qué obtendré a cambio del famoso Adam?

Estaba jugando.

El descarado dio un paso hacia adelante.

—Lo que quieras —sus cejas bailaron y reí —de verdad.

—Solo te estoy tomando el pelo, dime que quieres.

—Ah —se movió nervioso —¿Podrías acompañarme junto a los chicos a una... a una rueda de prensa?

—¡¿Qué?! —Mi chillido de sorpresa llamó la atención de los presentes, pero me valió tres hectáreas de maíz —¡Oh, santos Gansos Rosas! ¿M-Me estás pidiendo que...?

Me iba a dar un soponcio. Adam soltó una risa al ver mi reacción y asintió un par de veces, pero yo seguía desconcertada y dejé de saltar.

—Espera, ¿por qué yo? ¿Qué he hecho? No lo entiendo, es que...

No seas tonta y di que sí.

Adam plasmó un puchero y bateó las pestañas.

—Por favoooor, a menos que tengas algo más importante y sí es así yo...

—¡No me hagas caso que me gusta el drama! ¡Sí voy, carajos!

Sus labios se estamparon en mi mejilla de manera repentina y me congelé. Abrí los ojos con sorpresa, a pesar de que se alejó, aún podía sentirlos, tan tibios y suaves.

Cariño, no es Gansos Rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora