CAPITULO 23

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Un sonido penetró en la oscuridad, el silencio en este espacio desconocido comenzó a partirse... una melodía que era constante y armónica, ¿Eran las olas del mar al romper en la costa? Mi consciencia iba despertando de su letargo, un golpe, una sensación me abrumó desde adentro. Una combinación entre repulsión y cólera, ese retorcer de vísceras que tienes cuando odias profundamente algo o alguien ¿Por qué? Estaba confundido, sentí un picor en los parpados, y un olor que inundaba mi nariz ¿Un aroma salado quizá?

Como una maldición, abrí mis ojos nuevamente, observé un par de minuto el cielo ennegrecido por las nubes, enterré mis dedos sobre la arena sintiendo hasta el hueso su frialdad, cavilando, consideraba ¿Qué clase de pesadilla era ésta? Lo último que recordaba era haber pisado a fondo el acelerador de mi automóvil y entonces... la oscuridad, una tan profunda que parecía irreal. Había muerto sin duda, entonces ¿Por qué tenía esta visión borrosa del cielo? ¿Por qué tenía esa sensación apretada en mis entrañas? ¿No deberían estar putrefactas a tres metros bajo tierra?

Sentí una sonrisa dibujada en este rostro ajeno, me parecía ridícula y graciosa la ironía de la situación, puesto que yo deseaba morir, y heme aquí, a regañadientes tirando en esta desgraciada playa, lamentándose por esta blasfemia.

Lentamente fui incorporándome, con piernas tambaleantes, miré estas pálidas manos dudando si eran las de un muerto, ¿Un espectro?, pero conforme las abría y cerraba, se sentían más reales.

El sonido de las olas del mar al reventar en la orilla resonaba en mis oídos, era doloroso, al igual que las figuras borrosas que se iban aclarando en mi visión. Era como si hubiese dormido por un largo tiempo y mi cuerpo estuviese entumido.

Vacilante hundí mis pies en la arena, pesados tal cual plomo comencé a moverlos, arrastrarlos mejor dicho, dirigiéndome hacia las olas que desembocaban, mi mente era un nudo ahora, imágenes confusas cruzaban y danzaban en mi imaginación, cuando cerraba mis parpados, un par de ojos verdes me perseguían ¿De quién eran? Entonces fue cuando se me ocurrió la siguiente idea, quizá el mirar mi reflejo en el mar ayudaría a ordenar las ideas.

Me adentré de a poco en el océano y me incliné, esperando a que la marea se apaciguara su marea, cuando tuve el agua más arriba de la cintura, su frialdad me invadió repentinamente, en ese espacio donde las olas no reventaban, en esa calma en medio del cielo ennegrecido, pude ver un reflejo, un par de ojos azules, piel pálida como de muerto... y hebras rojizas de cabello que cubrían "mi rostro" ¿Éste era yo? No... Éste no era yo. Éste no era mi rostro. Por reacción, salí corriendo como me lo permitía el agua, aún inestable caí varias veces, ya estaba empapado. Sentía mi respiración agitada, señal de que ¿Estaba vivo? Pero ese rostro me daba nauseas... no era mío.

Me recosté una vez más sobre la playa, a decir verdad, el paisaje me recordaba a aquella pintura que hice tiempo atrás, cuando era joven, uno a uno mis recuerdos se iban ordenando, aún alterado me senté un momento para apreciar el océano tratando de calmarme, y fue cuando la miré.

Una mujer de cabello corto y rubio que iba a entrar, sus pies desnudos se enterraban en la arena helada, me le quedé mirando desconcertadamente. Creo que esa mujer la conocía.

¡Era Anneth! Me dije a mí mismo, mi cabeza iba a explotar de un momento a otro, y repentinamente sentí la necesidad de rebuscar en mi pantalón... entonces lo encontré. El anillo que le había dado de compromiso cuando éramos jóvenes, aquel que fue mi tortura por incontables noches.

—¡Anneth!—Me levanté presuroso, perdiendo el equilibrio caí de bruces sobre la arena, el anillo quedó ahí perdido.

La mujer continuó su camino, era igual que en mi pintura sólo que, en lugar de ser yo quien se ahogaría en aquellas oscuras y gélidas emociones, era ella. Cuando volví a mirar, luego de caer al suelo, su semblante desapareció. Fue cuando la última pieza del rompecabezas fue develada, ahora estaba en orden.

Dulces sueños, AnnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora